Boletín SUAyED ABRIL | Page 26

Aún recuerdo el día y vienen a mí las letras, miro los olores, huelo los colores, percibo los sonidos de ese minuto memorable, la pregunta clave: ¿y por qué no haces una licenciatura? Eres buena, tienes el potencial… vislumbré el camino, comencé el recorrido hacia el interior primero, lluvia de monólogos y soliloquios, interrogantes por doquier: ¿Presencial? –Si claro,- ¿a qué hora piensas trabajar? ¿A qué hora atenderás a tus hijos? ¡Mira esa Universidad! olvídalo es “patito” y sin REVOE, ¿sabatino? ni pensarlo, a lo lejos escucho la voz de un ángel, de esos que siempre andan por ahí, me dice: ¿por qué no en la UNAM? -incrédula asenté- si claro la UNAM, ¿a mi edad? sin embargo, le hice caso, encendí la computadora e inició el aprendizaje, revisando el maravilloso mundo virtual a mis 43 años, ¿SUAyED? ¿Qué es eso? comienza la magia, saco del baúl aquel polvoriento, abandonado, apolillado, arrugado, pisoteado, escupido, maltratado, roído y gris, sueño, sí, aquel sueño que tuve algún día, el sueño de la ingenua y párvula adolescente que soñaba con ser psicóloga, aquel sueño guardado en el baúl por casi 30 años… y sin embargo, “se mueve”, ¡sobrevive! aún siento su corazón apasionado, todavía está tibio, tiene ese olor inconfundible a éxito, color de esperanza opacado por la frustración y las palabras de alguien que tres décadas atrás me dijo ¿Psicóloga? Te morirás de hambre, ¿título? ¿Para adornar la sala? ¡Por Dios despierta! ¡Eres mujer! -palabras asesinas de sueños-. Sin embargo desafiante coloqué mi sueño con cuidado, lo extendí lentamente, alisándolo muy delicadamente, intentando no desprender ese trozo de pasión; del bolsillo derecho asoma un papel arrugado y borroso, lo desdoblo, alcanzo a leer la frase… “nunca abandones tus sueños”, procuro no mojarlo con mis lágrimas… descubro que soy creativa, pego sus partes, lo armo, respiro profundamente, lo sacudo con fuerza, lo sacudo sin miedo, comienzan a caer palabras crueles, miradas incrédulas, muecas de envidia, sonrisas maliciosas, lágrimas secas, miedos, apatía, pereza, cuentos, mentiras, debilidades… Me lo pongo ya sin polvo, sin todo aquello que estorbaba, me miro al espejo, luzco radiante y avanzo decidida.

Pasaron los días, reviso las listas, ¡aceptado! ¡Sí, ingrese a la UNAM! ¡Quedé en la UNAM! ¡Soy Puma! “Ay de ti mi niña hermosa, no sabes la que te espera” -sentenció mi sueño-, ahora con color a compromiso, color azul y oro fulgurante.

Pasaron los días, reviso las listas, ¡aceptado!

¡Sí, ingrese a la UNAM! ¡Quedé en la UNAM! ¡Soy Puma!

Mi sueño

azul y oro

Pilar Reyes Dorado

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Viviendo el SUAyED