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Cultura
El Pensador 2
Viernes 2 de agosto 2019
Crítica literaria
Nada que temer
Por Margarita Aguilera Lyubetic
E
n su novela ‘‘El Sangrador’’, el antofagastino
Patricio Jara nos traslada al año 1871, poco antes
de la Guerra del Pacífico (1879 – 1883). En el
entonces territorio boliviano, Apolonio Mancuso ejerce
en el pueblo de Elvira su actividad de flebótomo, es
decir, dentista, quien no dudaba en aplicar métodos y
técnicas un tanto crudas, con tal de aliviar los problemas
dentales de sus pacientes.
La llegada de un grupo de jóvenes dentistas
profesionales lo deja sin trabajo. Con tal de mantener
su profesión, el flebótomo se dirige al puerto de
Antofagasta para probar suerte con su invento: el
primer taladro dental de la región. Una idea que ya se
había concretado en Estados Unidos pero que con su
ingenio, logró copiarlo en base a las descripciones en
los periódicos y su propia creatividad. Con ayuda del
armador Huáscar Castañón, el invento logra funcionar
de maravilla, sin embargo, los pacientes con tal solo
verlo quedaban totalmente aterrorizados.
Durante su travesía de dentista, el narrador hace
que, de cierta forma, lo más importante para Mancuso
sea su invento y su pasión por los dientes, a pesar del
conflicto político entre Chile, Bolivia y Perú que pasaba
por la época.
En una entrevista realizada por María José Figueroa
para Guioteca, Patricio cuenta que sabía bastante
poco sobre la época en la cual ocurre la historia. Como
periodista que es, se exigió casi un año de investigación
para crear el escenario narrativo. Es evidente dicha
investigación, ya que en su ficción, es posible destacar
reales sucesos en la historia, nombres y lugares entre
otros.
Mancuso se ve involucrado involuntariamente en
una revuelta política entre Chile, Bolivia y el poder. El
narrador, sin embargo, tratando de contar el conflicto,
no lo pone en primer plano, sino que el trabajo del
dentista siempre es la prioridad de la trama, así
también como el cotidiano del pasar en el puerto de
Antofagasta, una ciudad cosmopolita y muy avanzada
para la época, levantada por inmigrantes, la minería y
la pesca.
Las cosas se complican para Apolonio; tiene una especie
de relación tormentosa con su oficio y su taladro, pues es
lo que lo lleva en última instancia a separarse de él para
luego darse cuenta de que es lo único que necesita
para ser feliz y brillar como un estrella en el desierto.
La importancia del oficio en tiempos de polaridad
política, en tiempos donde las calles eran de tierra, las
mujeres vestían faldas largas y poncho. Para el narrador,
es lo que realmente importa, la pasión por el trabajo y
la perfección, a pesar del dolor, la injusticia, la pena y
la soledad.
En sí, El Sangrador es una novela de ficción con un tanto
de terror en sus páginas pero con una trama bastante
sencilla, para leer en una sola tarde. Patricio Jara no
propone una mirada tan profunda a los problemas
sociales y políticos, que muchos pretenden denunciar
con tono dramático, más bien, esas situaciones son
superficiales.
Le da más cabida a lo encantador frente a los
caprichosos vaivenes del poder para finalmente
empatizar con aquellas personas que están en lo suyo y
que de alguna u otra forma, a pesar de las dificultades,
seguirán luchando por la felicidad de lo que aman hacer.
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