moderación de los flujos de Inversión Extranjera Directa ( IED ) desde la gran crisis financiera es otra muestra del proceso de desglobalización de la última década ( Gráfico 6 ). Durante los últimos tres años se ha producido un incremento significativo de compañías multinacionales que señalan un creciente interés por relocalizar parte o la totalidad de su cadena de valor en el exterior hacia la economía local ( reshoring ), hacia países vecinos ( nearshoring ) o hacia países aliados ( friend-shoring ). Y esta tendencia se produce a la vez que las tensiones geopolíticas aumentan , sobre todo entre EE . UU . y China ( Gráfico 7 ).
Diferentes legislaciones han sido aprobadas en los últimos años en este sentido , como el Creating Helpful Incentives to Produce Semiconductors ( CHIPS ), el Science Act o el Inflation Reduction Act ( IRA ) en EE . UU ., así como el European Chips Act . Todas ellas con potenciales impactos en las estrategias empresariales y en la reconfiguración de sus cadenas de valor , dado que el fin último es perseguir la autonomía estratégica de los países y / o empresas . Este patrón tiene un gran impacto en ciertos sectores estratégicos , como por ejemplo el de los semiconductores ( Gráfico 8 ), con un cambio claro en los flujos de inversión , generando en los últimos trimestres una importante pérdida de cuota de mercado de China frente a otros jugadores .
Internacional , un aumento permanente de las barreras de importación de insumos reduciría el PIB global en un 1 % tras los primeros cinco años ( respecto al escenario de no fragmentación ) y en un 2 % en el largo plazo ( debido a las pérdidas de productividad ). Aunque pudiera haber transitoriamente ganadores resultantes de este proceso de relocalización de la inversión ( México o algunos países de Asia son ejemplos de ello en el último año ), dichos beneficios serían más que compensados por las externalidades negativas de la menor productividad y demanda globales .
Por último , además del impacto sobre la actividad económica , un proceso continuado de desglobalización y fragmentación financiera tendría también un impacto sobre la inflación , sobre todo a medio y largo plazo . La desintegración de las cadenas de valor y las pérdidas de productividad asociadas generarían un aumento permanente en los costes de producción que se terminarían trasladando , al menos en parte , al consumidor final . Riesgos que ya algunos bancos centrales , como el BCE , comienza a vigilar , por las consecuencias que ello pudiera acarrear desde el punto de vista de las futuras decisiones de política monetaria .
Estas tendencias proteccionistas y de fragmentación de la inversión no resultan inocuas para la actividad económica , sobre todo en un horizonte de medio plazo . Según estimaciones recientes del Fondo Monetario
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