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Testamento, un acto
de responsabilidad
Por: Lourdes Contreras Rubio*
¿A usted le gustaría que alguien más eligiera el color de su próximo
auto? o ¿acaso quiere dejar en la decisión de otro el destino de sus
siguientes vacaciones?.. La respuesta más sensata es un rotundo no.
Para nadie, absolutamente para nadie es grato que otra persona
tome las decisiones por nosotros. Sobre todo, aquellas que son más
valiosas.
Entonces, ¿por qué correr el riesgo de que al morir, sus bienes
-logrados con el esfuerzo de toda la vida- se queden en manos de
alguien que usted no eligió? ahí está la relevancia de realizar un
testamento y definir con tiempo, con toda tranquilidad, con total
conocimiento de nuestros afectos en manos de quién queremos que
esté nuestro patrimonio.
A los mexicanos nos gusta hablar de la muerte con sentido del
humor pero tomar el tema con seriedad nos cuesta trabajo. Tal
vez sea la superstición lo que impide adquirir un servicio funerario
en vida, un espacio en un panteón, una cripta y también hacer un
testamento. Pero no tener estos servicios -que tarde o temprano
todos necesitaremos- condena a las familias a pagarlos más caros
cuando ya se está en medio de la emergencia.
En el caso de un testamento, no tenerlo puede ocasionar
confrontación familiar, costosos pleitos legales y, peor aún, división
familiar permanente.
El Colegio Nacional del Notariado Mexicano recomienda que los
testamentos se realicen de manera formal, es decir, a través de un
notario, pues afirman que un documento escrito de puño y letra es
actualmente inválido.
¿Quién puede hacer un testament