Boletin #1, movilizaciones Oct. 2014 | Page 68

68 limpia. No se trata de ser la vanguardia, sino de ser un sector que participa en la vida política del país. No hubo heridos ni vitrinas rotas. Desfilaron mostrando su fuerza sin ejercerla. Controlaron y desautorizaron a quienes podían poner en peligro el rechazo radical a la iniciativa del Gobierno. La idea de abrazar transeúntes, espectadores y a la misma Fuerza Pública creó un ambiente de simpatía y, añadiría, de respeto a favor de su protesta, como quizá desde las manifestaciones del año 29 contra Abadía Méndez, o del 54, contra Rojas Pinilla, no se veía. Tampoco se habían visto niñas con sus senos al aire pidiendo que la reforma la hiciéramos entre todos. No sólo le pusieron al desfile un toque de libertad, sino de franqueza. El señor procurador debió esconderse y temblar debajo de su escritorio viendo tal desenvoltura. Así, en las marchas el ESMAD (Escuadrón móvil antidisturbios) no reaccionó de manera agresiva, en lugar de gases y papasbomba hubo pintura multicolor y expresiones afectuosas. Otras maneras de promover y facilitar el diálogo y la interlocución entre los diversos actores. Narrativas que al ser expresadas a través del arte, posibilitan otras maneras de acercamiento al otro. Aquí, como plantea Walter Benjamín (1970), el arte rompe su unicidad para permitir que la obra sea trastocada por el otro; el espectador, quien a partir de esa relación entre la obra y los autores, constituye otros regímenes de percepción y a la vez otras narrativas. Ubicándonos en las expresiones estéticas utilizadas en la movilización estudiantil, este diálogo se posibilitó movilizaciones y se reconoció como otra forma de hacer protesta que vinculó a la comunidad como protagonista de la movilización. En consecuencia, las expresiones que actualmente se agencian, hacen palpable las propuestas y discursos que interactúan socialmente y se direccionan a otras prácticas políticas. Según Martín –Barbero (1987, p.63), en términos Hegelianos, esto refiere a la experiencia de la multitud “esa experiencia otra que desde el oprimido configura unos modos de resistencia y percepción del sentido mismo de sus luchas”. Se están configurando acciones que nacen desde lo cotidiano e involucran a los universitarios a realizar una lectura crítica de la ley para promover la exigibilidad del derecho a la educación. En este sentido, en ese acercamiento con el otro, los repertorios cotidianos basados en lo estético y en lo emergente, reconocen la calle como un escenario político en el que se hacen visibles, de manera simultánea, las tensiones, los conflictos y el contexto. Aquí las palabras de disenso pululan en propuestas y discursos direccionados a lo político, que en términos de Jaques Ranciere (2005) es la posibilidad de darle voz a lo que antes era ruidoso. Otro aspecto a resaltar, es cómo la movilización estudiantil sustenta su existencia en las diferentes estrategias que no terminan en repertorios violentos y hacen uso de los medios X\