Blablerías Nº 21 - Abril 2017 | Page 11

Fiesta

por J.M.Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Ríos

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Experiencia

por Ana Aguirre

mejor dicho, fuimos parte de la Historia. Hacíamos cosas ilegales: entregábamos anticonceptivos orales, poníamos DIUs y les decíamos a las mujeres que tenían derecho a decidir, en una época en la que las únicas formas legales de hacerlo eran el método natural de los días y la abstinencia. En el año 2003, se sancionó la Ley Nacional Nº 25.673 de Salud Sexual y Procreación Responsable; con ella nacía la posibilidad de indicar, asesorar, acompañar y escuchar… sin ser ilegales. Pero para poder generar el circuito de palabras, tuvimos primero que llegar al corazón de las comunidades y conocer sus saberes y costumbres.

Eso demandó horas de escucha, de apertura de nuestras cabezas “profesionales”, para entender y, desde allí, accionar.

Los cuentos siempre fueron parte de esos espacios.

No, yo no quería ser una narradora de escenarios, pero no puedo negar que me pierdo en una nebulosa escuchando a la Pepa (Alejandra Oliver Gulle) y viendo bailar a Laura (Casillas), y que me emocionan Marita (von Saltzen) Nora (Maretto) e Iris (María). No puedo creer cuánto crece la figura de Martín (Céspedes) en el escenario hasta llegar a lugares mágicos de ensueño.

Me atemorizan las luces, porque en la sala de espera, que es el lugar en donde está mi público “cautivo”, hay luz natural que entra por ventanales grandes y hay sillas dispuestas en círculo. Es

allí donde las acciones tradicionales de salud se desdibujan y aparecen nuevas situaciones que les paso en formato de fotografías narradas:

*La foto número uno sería así: Un hogar sencillo, una mamá de alpargatas sentada en el borde del catre leyendo con luz tenue un cuento de Mariño escrito en imprenta mayúscula. Para contextualizar esto, les cuento que ese año habíamos llevado adelante una campaña de Papanicolaou donde entregábamos un cuento infantil a cada mujer que aceptaba realizarse la prueba. Las acciones se completaron cuando, en mi carácter de médica narradora, fui invitada a la escuela primaria a la maratón de lectura de ese año.

Sin nada de inocencia, conté los mismos cuentos que habíamos entregado durante la campaña preventiva. La emoción me paralizó cuando un niño gritó desde un costado del salón: “¡A ese cuento lo conozco!” La médica cuentera ese día pensó: Un cuento llegó desde los labios de una mamá al corazón de sus hijos, para no irse nunca más.