Blablerías N°8 - Noviembre 2013 | Page 7

Y justo cuando yo me estaba preguntando cómo habrán recibido los nietos protagonistas las

, Mario!’) y en esta dulce expresión: ‘Ojalá vieras mi sonrisa, pero bueno, por suerte existe el mail’ ha sido una de las más grandes alegrías que me ha dado mi oficio de escritor.”

Con respecto a los excelentes ilustradores que trabajaron en la obra, contacté a Istvansch y le hice algunas preguntas:

M.: Los ilustradores, ¿también se reunieron con los protagonistas de las historias?

I.: No. Sin haberlo conversado antes, los cuatro ilustradores sentimos que no debíamos reunirnos previamente con los protagonistas. A la luz de estos meses que pasaron desde la publicación, me doy cuenta de que todos lo decidimos por lo mismo: escuchar el testimonio nosotros significaba una nueva lectura de esa terrible experiencia, y el libro no necesitaba dispersión en múltiples puntos de vista, sino centrarse en una sola voz-guía, que era la del escritor que había escuchado, digerido y escrito. Nuestro contrapunteo podía darse en la lectura de lo escrito, pero no en la lectura de lo escuchado. Hubiera sido contraproducente para el libro.

M.: En tus ilustraciones de "Los hermanos" usás papel blanco y recurrís a la tercera dimensión. ¿Por qué? ¿Cuál es la razón por la que algunos objetos, como los autos, la tetera, el portarretratos, son "de verdad"?

I.: Fue un hallazgo que nació de dejar que la historia me atravesara. La historia que me tocó representar es la de dos hermanos que fueron secuestrados de grandes –no de bebés-: tenían dos y cuatro años. Y tienen recuerdos, imágenes. Me planteé: ¿de qué color son los recuerdos? Y, pensando en los propios, me di cuenta de que son color sombra -de allí el uso del blanco que las proyecta-, sin demasiadas proporciones -de allí el uso de la distorsión y lo simbólico-, y están anclados con fuerza por alguna imagen poderosa en grado sumo, que destella en toda la vivacidad de su color en medio de lo difuso -de allí el uso de los objetos concretos, puestos en medio de las esculturas de papel blanco. Un ejemplo

M.: El diseño de la tapa me parece sensacional. ¿Cómo nació la idea de ese trabajo?

I.: La tapa era una de las mayores incógnitas y no se definía aún cuando las ilustraciones de todos estaban muy avanzadas. A mí se me ocurrió ese trampantojo en donde el lector ve a un niño que, a su vez, lo mira por una ventana calada en la cubierta… Y que ese lector espere seguir viéndolo al abrir la tapa, pero se encuentre con que ese niño –tal como en nuestra triste historia- desapareció, y está solo la sillita en donde se encontraba sentado.

Pregunté a los editores si estaba dentro de las posibilidades de la editorial hacer un calado e imprimir el reverso de la cubierta (condiciones imprescindibles para lograr ese juego gráfico). Cuando me dijeron que podía ser, la propuse. Les gustó mucho y así se hizo.

Por otro lado, la decisión de usar mis “esculturas” para la tapa tiene que ver con que, en un libro que quiere apelar al lector comprometiéndolo, vimos ideal la tridimensión porque implicaba poner el cuerpo, el “cuerpo del lector” sintiéndose interpelado por el “cuerpo de lo ilustrado” desde un “cuerpo de libro-objeto”.

UN FRAGMENTO DE "LOS HERMANOS":

Me encontraron un hombre y una mujer que no tenían hijos, ellos me criaron y juntos comenzamos a tejer una historia que fue mi historia hasta que encontré una foto en el diario. ¡Esta soy yo!, y ahí empezó todo. (…) Es mi mamá, me dije, nos parecemos como dos gotas de agua.

historias de cada autor, él nos cuenta:

“…Se lo envié por mail a Sabrina otra vez con los nervios a flor de piel. Ella me contestó el mismo día. Y no exagero ni un poco al decir que su aprobación, enmarcada en una generosa exclamación (‘¡Es hermosa la carta, Mario!’)

Es un libro precioso y muy necesario, que deberíamos

leer todos los argentinos para no olvidar, para conocer la Historia y no permitir que se repita, para animar a los que dudan en buscar su identidad. Es “de llorar”, como decíamos de las películas tristes, pero también “de sonreír” aliviados cuando leemos un final feliz o lleno de esperanza. Es un libro para todos.

Historia

as

es el Peugeot 404 bordó, que ese niño de cuatro años recuerda perfectamente entre las sombras de la noche de su secuestro.

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