Blablerías N°16 - Noviembre 2015 | Page 14

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Día del Amigo

para leer

La lectura en voz alta merece ser siempre una ofrenda, un regalo, un disfrute compartido.

Desde el laboratorio, invitamos a ponerle el cuerpo a las historias, a dejar que las palabras nos atraviesen y a aceptar el desafío de adentrarnos en los textos para encontrarnos con otros y con nosotros mismos. A vivir la literatura leída, como una aventura. Y los aventureros son siempre gente temeraria, nunca temerosa.

Buscamos crear lectores aventureros, audaces, con el coraje de permitirse que lo que pasa en los cuentos les pase a ellos mismos, que logren despojarse de los roles y escudos que los protegen para enfrentarse, abiertamente e indefensos, a los textos, y así contagiar a otros esa pasión de saltar al vacío para habitar, para vivir un texto.

Laboratorios de lectura en voz alta

Espacios para experimentar con la lectura y vivir la literatura

Todo proyecto que tenga la intención de formar lectores puede utilizar muchas y muy variadas estrategias de lectura, pero no puede dejar de tener nunca un momento pensado, cuidado y sostenido en el tiempo, donde los adultos les regalen lecturas en voz alta a los estudiantes. Momentos gratos y disfrutables, donde un adulto, encendido por la llama de la lectura, encienda, en quienes escuchan, las ganas o la necesidad de leer un libro, una novela, un cuento o una poesía.

Durante la primera mitad de 2015 estuvimos capacitando en Catamarca a un cálido grupo de docentes de nivel inicial, primario y secundario de las localidades de Capayán, Paclín, Ambato, Valle Viejo, Fray Mamerto Esquiú y San Fernando del Valle de Catamarca. Realizamos tres encuentros, de cuatro horas cada uno, con ciento cincuenta y tres docentes distribuidos en cuatro grupos de trabajo. Los asistentes venían de escuelas urbanas y rurales, y un 80% de ellos completó la capacitación, lo que sumado a la entusiasta participación evidencia el grado de interés que despertó la práctica de la lectura en voz alta en las aulas.

En los laboratorios proponemos espacios para que la palabra suene y sea escuchada; para tomar la palabra de otros, nutrirnos con ella, hacerlas nuestras y luego compartirlas. Para escuchar qué nos dicen las palabras de un autor cuando les ponemos voz; y generar espacios para entrenar la escucha activa y atenta de quien lee, de quien regala literatura.

Para logar esto ejercitamos nuestros recursos vocales, corporales y expresivos (gestualidad, mirada, actitud, energía, emoción, intención, etc.) porque leemos con todo el cuerpo. Jugamos con los textos para apropiarnos de ellos y compartirlos, porque nadie puede dar lo que no tiene. Reflexionamos sobre qué es ser lectores y sobre la importancia de disponer de un repertorio de lecturas, porque somos lo que leemos y estamos hechos de palabras.

Vivimos los textos, sentimos, deliramos y reímos con ellos, porque la felicidad es un derecho y compartir la alegría es una obligación.