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Los colores del otoño
Leyenda
En el otoño y en el invierno, vemos los árboles vestidos de amarillo, de ocre, de anaranjado, de rojo; también algunos lucen el gris de su desnudez. Pero todavía hay tanto verde que esos otros colores se destacan brillantes en el cielo azul o, a veces, plomizo.
¿Por qué cambian de color las hojas? Cuando se acerca el invierno, los días se acortan y la luz solar es escasa para hacer la fotosíntesis. Se produce
menos clorofila y afloran los otros pigmentos siempre presentes en las hojas: la carotina, que da color amarillo, anaranjado y café, y la antocianina, que da color rojo, azulado y púrpura.
Un cuento popular explica por qué algunos árboles no pierden sus hojas:
Hace mucho mucho tiempo, los árboles conservaban todas sus hojas durante el invierno. Pero una vez, sucedió un otoño que un pajarito con el ala herida no pudo seguir a sus compañeros cuando se alejaron en busca de un lugar cálido.
“¡Ay! ¿Qué será de mí cuando llegue la helada?” se preguntaba una y otra vez. Fue así que decidió pedir refugio a los árboles para no morir de frío.
-¿Hacer tu nido en mis ramas? -le contestó el roble- ¡Ni loco! No permitiré que te comas mis bellotas. ¡De ninguna manera!
Un álamo cascabeleaba sus hojas color verde y plata.
-¿Me darías refugio, por favor? –preguntó el pajarito.
-¿Para que ensucies mis hermosas hojas y mi tronco blanco? ¡Por supuesto que no!
Un sauce llorón hamacaba sus ramas a la vera del río.
-Querido sauce, ¿me permitirías cobijarme entre tus ramas? ¡Va a hacer tanto frío que tengo miedo de morir!
-¿Te conozco? No te conozco. No debo hablar con desconocidos -aseguró, indiferente, el sauce.
Siguió caminando el pájaro con su ala rota, cuando lo vio un abeto.
-¿Puedo ayudarte? ¿Qué te pasa, pichoncito?
-No pude irme lejos del invierno porque estoy herido. Moriré de frío si no encuentro un buen lugar.
-Mis ramas pueden servirte de cobija. Acá, en mi lado derecho, estarás más calentito.Así no estaré tan solo.
-Yo puedo cubrirte del viento -aseguró un ciprés que crecía al lado del abeto.
-¿Te gustarán mis frutos? -preguntó una higuera que estaba cerquita.
-¡Son deliciosos!
Feliz, el pajarito en compañía
de sus árboles amigos, miraba
a los demás, que lo observaban
con desdén.
Aquella noche sopló el Viento
frío del sur. Su aliento helado
hacía caer las hojas una a una.
¡Le gustaban tanto los árboles desnudos!
Su padre, el Rey de la Escarcha, lo observaba. Cuando vio que su hijo se acercaba a los árboles que habían ayudado al pájaro, lo detuvo y le dijo:
-No hagas caer las hojas de los que han sido tan buenos. Se merecen un premio, ¿no te parece?
Desde entonces, el abeto, el ciprés y la araucaria conservan sus hojas durante todo el invierno. (*)
Otros árboles de hojas caducas: liquidámbar, fresno, paraíso, plátano, ceibo, acacia, castaño, jacarandá, tilo, olmo.
Otros árboles de hojas perennes: algarrobo, eucaliptus, ficus, palmera, laurel, magnolio, pino.
(*)Adaptación de una leyenda del hemisferio norte.
¿Por qué caen las hojas? La caída de las hojas es una protección que tienen algunos árboles contra el frío. Cuando el suelo está helado o seco, las hojas pierden agua que no pueden reponer. Conservarlas es, para el árbol, un gasto inútil de energía. Por eso, las sustancias útiles de las hojas se almacenan en las ramas y en las raíces, y los conductos que las comunican con el resto de la planta se taponan. Las hojas se secan y el viento y la lluvia las hacen caer. Los árboles comienzan una etapa de reposo, similar a la hibernación de algunos animales. ¡Cuidado entonces con hacer podas antes de que caigan todas las hojas!
por Marita von Saltzen
irenescalabrelli.blogspot.com
Si hacemos esto, no le damos tiempo al árbol para guardar reservas y en la primavera estará muy débil.