Pero entonces, también descubrí
que no hacía falta aprender a sumar
o a restar
porque aquí no alcanza el dinero
que alguien se sienta en una silla
o se para
o nos mira desde un balcón
y nos dice mentiras
las mentiras
que todos
toditos
todos
queremos escuchar
pero no podemos tragar
supe que la gente que aún no conocía
se moría
porque aquí matan
por accidente
por arrechera
por miedo
por quitarle a alguien un
par de zapatos
un teléfono
y pensé
mamá
que me gustaría haberme quedado viviendo
entre los jardines detrás de los edificios
donde no sentía que tenía que salir corriendo sino para jugar.
38