BIOETICA 1 | Page 11

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Los médicos ya saben a qué se enfrentan cada fin de semana. Decenas de personas llegan a la sala de emergencia, los pacientes atiborran las instalaciones y los familiares angustiados comienzan a reclamar por la más mínima demora. Entendible.

Camila*, médico general, trabaja hace un año en la atención a pacientes en el Hospital de Kennedy. Es joven, pero lo suficiente hábil para manejar situaciones que se salen de control como las groserías, los insultos, pero nunca, una como la que vivió el pasado miércoles 2 de junio, cuando por pocos segundos se salvó de morir ahorcada.

Eran las 11:40 de la noche y estaba compungida, tenía que avisar a una familia que su allegado había muerto. Al mismo tiempo, arribaba un hombre de unos 27 años. Fue dejado en la sala de reanimación del hospital por policías. “Lo único que supimos era que acababa de atracar un bus y que los pasajeros lo habían golpeado en la cara”.

Camila estaba en un cuarto con la jefe de enfermeras. “Le di la espalda. Sentí que se había parado del piso y luego puso un cordón de zapato sobre mi cuello con el que quiso ahorcarme”.

Su compañera trató de auxiliarla pero no pudo con la fuerza del hombre. “Si no es porque llega otro de los médicos de turno, no estaría contándole mi historia. Me alcanzó a lacerar. Luego vinieron los de seguridad y lo sacaron de la habitación. Tiempo después, nos tocó atender a ese mismo hombre, a pesar de lo que había pasado conmigo”.

No es el peor caso. Según el gerente del Hospital de Kennedy, Juan Ernesto Oviedo Hernández, el año pasado tuvo que enviar a un médico pediatra a comisión de servicios para que se fuera del hospital. “Diagnosticó que una niña de 11 años había llegado con signos alarmantes de abuso sexual. Como es su responsabilidad realizó el protocolo y avisó al Instituto Colombiano de Bienestar Familia (ICBF) quien se llevó a la menor”.

Cuando terminó su turno y salió a su casa un hombre que lo esperaba le propinó una puñalada cerca al corazón en plena calle, “por hacer lo que le tocaba hacer. Le pedimos a la sociedad que nos saquen de sus lógicas de violencia. Todo tiene un límite”, explicó Oviedo.

Las agresiones que antes eran usuales en contra de los vigilantes o personal administrativo, a quienes les han pegado y escalabrado con objetos contundentes, ahora se están volcando hacia los médicos. “Nos perdieron el respeto que antes nos tenían. Todos merecemos respeto”, comentó Camila.

Son varios los factores, que, a juicio de los médicos, propician las agresiones.