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Wajib: El ojo crítico del inmigrante que regresa a casa

Andreína Alcántara. Especial para Bienhallados

Cuentan los expertos en comportamiento humano, que cuando una persona se va de su país y años después retorna a su tierra natal, quizás no de manera definitiva sino de forma temporal, observa a su lugar de origen de manera distinta. El inmigrante generalmente regresa con una amplia experiencia laboral, con conocimiento de otros idiomas o dialectos, sabiendo mucho más de otras culturas, ciudades y países. En definitiva vuelve con una mirada y un universo que no se equipara con el que poseen los habitantes de su antigua comunidad local.

El cambio perceptivo del inmigrante y el choque con su cultura de origen, es uno de los aspectos que aborda la película palestina Wajib (2017) dirigida por la cineasta y poeta cisjordana Annemarie Jacir y coproducida entre Palestina, Colombia, Francia Alemania y Noruega.

El hilo conductor de la película es una antigua tradición que aún persiste en Palestina, principalmente entre los habitantes de la zona norte de ese país en conflicto: cuando alguien se va a casar, los hombres de la familia, normalmente el padre y los hijos, deben entregar en sus manos las invitaciones de la boda a cada uno de los invitados. Bajo ninguna circunstancia las tarjetas deben enviarse por correo ni las puede entregar cualquier persona, pues se considera una falta de respeto. Esta tradición se conoce como "Wajib" que significa "deber social".

En la historia que nos cuenta Annemarie Jacir, Abu Shadi es un padre divorciado y profesor de escuela de 60 años que vive en Nazareth, la mayor ciudad árabe palestina dentro de Israel. En la víspera del matrimonio de su hija, Abu se propone entregar personalmente a cada convidado las tarjetas de invitación al casamiento. Lo hace en compañía de Shadi, su hijo, un exitoso arquitecto que vive en Roma desde hace tiempo y que llega a Nazareth para cumplir con el “deber social” de entregar personalmente las esquelas para la ceremonia, tal como es exigido por la tradición palestina.

Esta situación será el momento propicio para que ambos, padre e hijo, reaviven su relación, perdida por la distancia, el paso del tiempo, por la visión que cada uno tiene del mundo.

Es en este tiempo de convivencia, cuando hacen el recorrido en automóvil para entregar las invitaciones, en el que Shadi, el hijo de Abu (interpretado por el actor palestino Saleh Bakri) proyecta su mirada sobre todos aquellos aspectos de la vida de su pueblo que le parecen absurdos y retrasados. La actitud de Shadi es la del inmigrante que se ha enamorado de Italia, que viste diferente a sus antiguos vecinos y familiares y que piensa distinto a sus coterráneos.