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Rosario Urrechu,
101 años de Salinillas
de Buradón
Juantxu Martínez
El 12 de junio de 1918 nacía en Sa-
linillas de Buradón Rosario Urrechu
Lasarte. Para felicitarla, con retraso,
nos acercamos a la misma localidad.
Tiene recuerdos diáfanos de estos,
muchos, años de la vida de su pue-
blo y de su familia. Los recuerdos sí,
pero para obtener la información
necesitamos del apoyo de sus fa-
miliares, hija y nieto, puesto que de
oído Rosario anda un poco ajustada.
La charla resultó divertida y es
que, incluso, cuando nos habló de
temas complicados lo hizo con hu-
mor e ironía. Con ella hablamos de
sus padres y por lo tanto de una for-
ma de vivir en esta villa en las pri-
meras décadas del pasado siglo. En
las vivencias con Baldomero Bergan-
zo, del que se enamoró cuando ella
tenía 16 años, él seis más, y de cómo
fueron sus años de noviazgo y su
vida en común también pudimos vi-
sionar la gran relacción que Salinillas
de Buradón tuvo con el otro lado del
Ebro, con la cantera de San Felices y
el tren. A la cantera Rosario la llama
“la mina”, y razón no le falta. De la
unión con Baldomero nacieron una
hija y un hijo, de ahí llegaron cuatro
nietos y luego tres biznietos. Juntos
estuvieron hasta 1980 cuando él fa-
lleció de forma repentina.
Cuando por medio de la hija qui-
simos enterarnos de sus relacciones
con Baldomero, Rosario nos suelta
riéndose, “¡qué indiscreto!”. Ac-
cedió a contarnos un pasaje de esa
historia, “estaba yo sirviendo en
Pamplona y él se encontraba en el
servicio militar. Me escribía todos
los días y en una ocasión me dijo
que vendría a pasar la noche conmi-
go. Yo le contesté que a mi vendría a
verme de día y con sol”.
Las formas de conectarse con la
otra orilla tuvieron durante varias
generaciones en esta localidad una
forma singular de vivirla. Existió una
barcaza que por medio de una maro-
ma relizaba el paso de un lado a otro.
Además existían medía docena de
pequeñas barcas que eran propiedad
de varios vecinos de Salinillas. Nos
contó una complicada situación que
le tocó vivir a su padre, “el río venía
muy crecido y tapó el cable de la bar-
caza. Mi padre chocó y volcó. Estuvo
nadando contra la corriente hasta
que las fuerzas se le iban apagando.
Entonces se dio cuenta de que sus al-
forjas se le habían enganchado en el
cuello y llenas de agua tiraban de él
hacia abajo. Se las quitó de encima y
así salió del apuro”.
En esa cantera que trabajó su pa-
dre también lo hizo su marido, hasta
que sufrió un accidente, una pequeña
viruta del mazo con el que golpea-
ba la piedra se le incrustó en un ojo.
Tenían cinco vacas, “con el caballo,
seis”, reclama Rosario al charlar so-
bre sus trabajos. En la década de los
años sesenta la familia se trasladó
a Vitoria, y como dice Rosario pasó
Con Rosario
hablamos de
sus padres y por
lo tanto de una
forma de vivir
en esta villa en
las primeras
décadas del
pasado siglo.
de cuidar animales, a cuidar nietos.
Sonríe cuando nos cuenta cómo fue-
ron dando con las gallinas, patatas,
vino y demás alimentos procedentes
de la huerta una vez que tenían pre-
vista su marcha a la capital alavesa.
De la relación de Salinillas de Bu-
radón con la otra orilla, con la cantera
y el tren, buscaremos más historias.
Pero si el lector quiere pasar un buen
rato le recomendamos escuche la
charla con Rosario Urrechu, y así se
podrá enterar de qué es lo que le de-
cía a su hija Clara al montar en el tren.
La entrevista se puede escuchar en
http://arabakoerrioxa.eus/es/radio/
podcast/otros/1989-rosario-celebro-
sus-101-anos-27-09-2019.