INFORME GENERAL Centro Nacional de Memoria Histórica
zona desde la cual proyectarían sus acciones y ganarían ventaja militar. En efecto, esto fue lo que sucedió años después cuando el Gobierno de Andrés Pastrana Arango( 1998-2002) despejó la región del Caguán en Caquetá, sede de la negociación con las farc. Por otra parte, la línea blanda— representada por el ministro del Interior, Horacio Serpa Uribe, y por el alto comisionado para la Paz, Carlos Holmes Trujillo— defendía la negociación como camino para superar el conflicto. 131
Durante el Gobierno de Samper no hubo acciones sólidas encaminadas a un proceso de paz, salvo el acuerdo para la liberación de 70 miembros de la Fuerza Pública en Cartagena del Chairá, Caquetá, el 15 de junio de 1997, quienes habían sido retenidos por las farc en el asalto a la base militar de Las Delicias, Putumayo, el 30 de agosto de 1996. 132 Los grupos armados ilegales, por su parte, experimentaron notorios avances durante dicho periodo( 1994-1998).
2.3.1. El paramilitarismo masacra, se expande, coopta y transforma a política
Entre las varias razones que permitieron el resurgimiento del paramilitarismo, una primera es el hecho de que el Gobierno restableciera un esquema legal para las autodefensas 133 a través de las Cooperativas de Vigilancia y Seguridad Privada( Decreto 356 de 1994), más conocidas como las Convivir. Con criterios muy laxos, autorizó la operación a grupos con récords dudosos en materia de violaciones a los Derechos Humanos o con nexos con el narcotráfico.
Hacia marzo de 1997 existían 414 Convivir en Colombia. 134 Cuando la Corte Constitucional inició el trámite de la demanda de inconstitucionalidad en 1997 y declaró inexequibles los artículos del Decreto que permitían el porte de armas largas y las labores de inteligencia, las Convivir transitaron masivamente a la clandestinidad para engrosar los brazos del paramilitarismo. De hecho, reconocidos jefes paramilitares como Salvatore Mancuso, Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, Diego Vecino y Rodrigo Peluffo, alias Cadena, fueron representantes legales o integraron las Convivir, llegando a perpetrar con sus armas varios crímenes, como la masacre de Pichilín, Sucre, el 6 de diciembre de 1996. Así lo reconoció Salvatore Mancuso en una de sus versiones libres ante la Unidad de Justicia y Paz. 135 Una segunda razón se debe a que el Ejército Nacional se replegó debido a los golpes militares propinados por las farc( entre 1996 y 1998) y dejó que el peso de la lucha contrainsurgente recayera sobre las Convivir. Esta situación se vio reforzada con la omisión reiterativa del Ejército frente a las acciones paramilitares que, en muchos casos, se enmascaró con un apoyo menos directo y menos visible. De hecho, esa omisión ha sido sancionada por la justicia internacional en casos como las masacres paramilitares de Mapiripán, Meta, en julio de 1997, o El Aro, Antioquia, en octubre del mismo año, en sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos – cidh. 136 A esto se suman las confesiones de los paramilitares en sus versiones libres ante la Unidad de Justicia y Paz, que han develado la trama de relaciones con miembros de la Fuerza Pública que posibilitaron el accionar paramilitar. Al 31 de diciembre del 2012, la Unidad de Justicia y Paz reportó que compulsó a la justicia ordinaria incriminaciones por hechos delictivos confesados por los paramilitares contra 1.023 miembros de la Fuerza Pública.
El resurgimiento del paramilitarismo obedece, en tercer lugar, a su proceso de reconfiguración interna, que le llevó a superar el relativo estancamiento que habían padecido en los años del Gobierno de César Gaviria, por las pugnas internas y la concentración de sus esfuerzos en la guerra contra Pablo Escobar.
La macabra eficacia de esta recomposición paramilitar gestada en Urabá convocó el aglutinamiento de los grupos paramilitares de todo el país.
131. cinep-odecofi. Entrevista a Fernando Botero, 2 de febrero de 2012 132. Véase: José Noé Ríos, Liberación en el Caguán( Bogotá: Planeta, 1998). 133. Similar al de la derogada Ley 48 de 1968. 134.“¿ Convivir o no convivir?”, El Tiempo( Bogotá, 27 de marzo de 1997), 9A.
135. Véase: gmh, La masacre de El Salado. Esa guerra no era nuestra.( Bogotá: Taurus, Ediciones Semana, 2009). 136. Véase Anexo tabla # 1.
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