¿Pero qué puñetas está pasando?
E
stamos acostumbrados a ver partidos de
categoría senior en los que existe una
presión absoluta a los árbitros, pero esa
escalera ha ido bajando peldaños hasta el punto
de que, el pasado lunes, tuvo que suspenderse
un encuentro de la categoría Preminibasket
femenina (sí, ha leído bien, "Preminibasket",
categoría de edad tan corta que era inexistente
hace dos temporadas) por los insultos y
amenazas que recibió el colegiado del mismo.
Me decía hace poco un entrenador muy
prestigioso del ámbito tinerfeño que esto antes
solo pasaba en el deporte que se juega con los
pies y sobre césped. Sin embargo, y por
desgracia, no es el primer capítulo que se vive
esta temporada en nuestro baloncesto de base,
y en lugar de mantener ese señorío que en
épocas añejas nos identificaba, nuestros padres
y aficionados están adoptando las malas artes
de sus homólogos futbolísticos.
Hace no muchas fechas, por ejemplo, se tenía
que jugar a puerta cerrada la segunda parte de
un Luther King-Nuryana (posiblemente, dos de
los clubes más ejemplares de la Isla) de la
categoría Preinfantil masculina, por la actuación
de un "seguidor" del equipo visitante, que
gracias a la intervención de Oliver San Baudelio,
no saltó a la pista en pleno partido a dios sabe
qué.
En la concentración de Minibasket celebrada en
La Matanza a mediados de mayo, igualmente,
un árbitro norteño recibió amenazas de muerte
por dos aficionados del equipo femenino del
Nuryana, que una hora después seguían
esperándole en la puerta de salida. Por surte, no
pasó a mayores.
Los dos últimos ejemplos se han vivido en la
categoría Preminibasket femenina. En el
primero, hubo varios familiares de jugadoras de
La Salle San Ildefonso como protagonistas, y en
el segundo, miembros y aficionados del Uni
Tenerife, obligando incluso, en este último caso,
a suspender el partido en el segundo cuarto.
Dicho esto, uno se plantea una serie
de preguntas: ¿Se acuerda alguien de los
jugadores? ¿Recuerdan que, de junior para
abajo, es baloncesto de FORMACIÓN? ¿Por
qué diantres se jactan los directivos en destacar
que su principal objetivo es formar a jugadores y
personas si luego solo les importa ganar? ¿Y
por qué carajos están obsesionados los padres
en que sus hijos sean estrellas del
baloncesto, los máximos anotadores y ganen los
campeonatos
para
tapar
sus
sueños
frustrados? ¿Saben todos esos individuos que
un árbitro cobra 7 euros por pitar un partido de
Preminis, de lo que gasta la mitad en gasolina y
horas de sueño?...
Ha llegado la hora de tomar medidas, y de
impedir que determinadas personas manchen el
nombre y la idiosincrasia de clubes tan
señoriales como los nombrados anteriormente.
Apoyamos al máximo la medida tomada por los
colegiados y les alentamos a seguir haciéndolo
así para erradicar un virus que empieza a
intoxicar nuestro noble deporte. El baloncesto
de formación es sólo eso, formación, no ganar y
perder. La ilusión de un niño por jugar y meter
una canasta debe ser nuestro mayor trofeo.
Por eso, como uno no lo entiende, porque me
pongo en la piel de esos pequeños, me
pregunto con tristeza y melancolía: "¿Pero qué
puñetas esta pasando?".