La vida de Alejandro no ha sido
demasiado fácil. Desde pequeño
tuvo que aguantar burlas e
insultos por su discapacidad,
aunque ha sabido convivir con ella
en todo momento, y se acabó
acostumbrando a ignorar a la
gente que intentaba hacerle daño.
Estando aún en infantil, se le
observó una mala caligrafía
cuando escribía con su mano
derecha, y cuál fue la sorpresa
que se llevaron sus padres al
descubrir que Alejandro era
zurdo… a pesar de no tener mano
izquierda.
“Tú me echas un pulso con la
mano derecha y me ganas, pero
no con la izquierda, porque soy
zurdo. Hago todo con la mano
derecha, pero soy zurdo” –
comentaba Pérez entre risas-.
Alejandro tuvo su primer contacto
con el mundo de la canasta a los 9
años, durante las olimpiadas del
Echeyde Laguna. “Nunca había
pensado jugar a baloncesto,
hasta que una profesora me
obligó a hacerlo porque no
había nadie jugando”.
A
partir
de
entonces,
el
coordinador de baloncesto del
Echeyde Laguna le comentó la
posibilidad de jugar a baloncesto
durante las tardes. “Querían que
jugara con ellos la liga, pero no me
dejaban porque había repetido dos
veces de curso”.