Basket Marcha 2012 6 diciembre, 2012 | Page 21

El 14 es mío Un atentado contra la seguridad Según las Normas de Competición de la Federación Insular de Baloncesto de Tenerife (FIBT), “Los equipos que no se presenten a un partido tienen hasta las 12.00 horas del martes siguiente al de la fecha designada para la celebración del partido y/o por defecto un límite de 48 horas para presentar las alegaciones pertinentes, si no se les dará de Oficio el partido por perdido por 20-0, sin perjuicio del resto de sanciones que aplique el Comité de Competición al amparo del Reglamento vigente”. En otras palabras, si tu equipo juega en Santa Cruz de Tenerife, un sábado, a las 10.00 horas, en una cancha descubierta, debes presentarte allí sí o sí con tus jugadores y entrenadores, independientemente de que haya condicionantes externos que desaconsejen el desplazamiento. Si no vas, se valorará como incomparecencia y acabarás perdiendo el partido y casi seguro recibiendo una pequeña multa por parte del Comité de Competición. Y no culpo a la Federación de esta norma. Sólo digo que debe puntualizarse o revisarse. Me explico: El pasado viernes, después de una semana en la que había llovido, y con intensidad, reviso el parte meteorológico. Para variar (ironía modo on), indica que el sábado, fecha de mi partido en el colegio María del Carmen de Tegueste, de cancha descubierta, también va a llover toda la mañana. Me pongo en contacto con Pedro Bacallado y Juan Elesmí para proponerles jugar el encuentro en el Pabellón de La Matanza, a las 12.30 horas, asegurándonos así, al menos, jugar el partido. El problema, según me comentan, es que algunos de los niños de Tegueste no pueden a esa hora. Mi respuesta, sin reprocharles nada a los amigos teguesteros, que siempre se han portado ‘chapeau’ con nosotros: “Pues nada, bajaremos para no jugar”. Tal y como nos adelantaba el parte meteorológico, lluvia intensa en el norte en la jornada sabatina. Recogemos a los niños y cogemos los coches para ir hasta Tegueste donde, sabemos, no se va a jugar el partido. Después de superar una retención en El Sauzal por desprendimientos en la autopista, vamos con cautela hacia el lugar de destino, al que llegamos a media hora de empezar el partido. Curiosamente, allí está nublado y la cancha ligeramente mojada, pero se puede jugar. Calentamos y empezamos. A los dos minutos, caen las primeras gotas, y al final del primer cuarto tenemos que retirarnos a vestuarios porque cae un diluvio de quita y pon. Volvemos a la cancha y a poco del descanso vuelve a llover con mucha fuerza, tanto que ya no se puede reanudar el partido. Y uno se pregunta, después de todo esto, ¿valía la pena presentarse a un partido que todos sabíamos no se iba a poder jugar? ¿Merecen los dos equipos, con niños de 10 años, y los árbitros, ponerse en peligro (hablo del desplazamiento) por un encuentro de baloncesto de categoría preminibasket insular? ¿No sería mejor adelantarnos a los acontecimientos y fijar otra fecha en la que nadie ponga en juego su seguridad? Es sólo un ejemplo de los muchos que se vivieron este pasado fin de semana, casos en los que se constata que la normativa debe resultar más flexible, entendiendo, eso sí, que existe un calendario muy apretado y un estamento arbitral muy limitado (cuantitativamente hablando). La seguridad de nuestros niños es lo más importante, y si sabemos que un partido no se va a jugar porque la cancha está anegada, debemos establecer -con la conformidad del árbitro, evidentemente- una regla que permita al equipo local avisar al visitante para que no se desplace. Y es que ya lo reza el dicho: “Mejor prevenir que curar”. @victorhdez1441