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Todo el espacio del estudio queda descrito, ningún rincón está fuera del marco: un panóptico, aunque parezca no de
vigilancia sino de pulsión descriptiva, de desvelamiento, de intimidad, aunque se trate en realidad de una intimidad vigilada.
El pintor nos invita a curiosear en el lugar en el que la obra ha sido concebida y realizada. Pero como decimos, Espacio de
trabajo… es una estructura exenta, así que cuando la rodeamos podremos ver cómo el envés de los cuadros muestra otras
tantas escenas y seguramente también otras emociones, pero esta vez independientes, en caleidoscopio, y además, de
carácter público. Violencias del siglo XX: la Bomba atómica, el Tratado de Yalta, la Ley seca, el derribo del muro de Berlín…
en grisalla, como los grandes flamencos, como añadiendo distancia o simplemente intentando representarla. Leonardo la
llamaba prospettiva aerea, que todo lo agrisa en la distancia. RGG no ha incluido el Bombardeo de Guernica, quizás porque
Picasso ya lo hizo en grisalla, como una foto de prensa: parte de atrás, dorso, reverso; parte oscura, background ; todo lo que
imaginamos tras esa palabra, background, fondo, al fondo, trasfondo, segundo plano.
En Espacio de trabajo…, como en los retablos con batientes, se muestra ante todo una fractura espacio-temporal,
ese fenómeno o lo que sea que los físicos describen pero las personas corrientes no acabamos nunca de entender bien. Un
espacio de trabajo y, en su envés, un lugar de destrucción. Un espacio para las personas y otro para la Historia, ese entorno
que quizás ha adquirido prestigio sólo porque ha expulsado a las personas. Ya lo hemos dicho, RGG es un extraño pintor
político, un engagé de otra especie.
Quiero imaginar al adusto Felipe II, en Madrid, abriendo y cerrando el tríptico de Hyeronimus Bosch, su pintor
favorito, ante sus atónitos huéspedes. Un cuadro que se activa , que abierto muestra un mundo y cerrado otro, relacionado
con aquel pero diferente. Una pintura que no es solo visual sino performativa, que le pide al espectador que haga algo. RGG
pide al espectador que mire el envés de su cuadro, la otra cara de la moneda. Cara y cruz, una apuesta.
Un pendant es un objeto muy específico. (Ver Figs. 8 y 9) Pintado por ambas caras, quiere proclamar su forma o su
contenido a todos los vientos, por delante y por detrás. Es como un cuadro al que le han echado del muro y le han empujado
a la vida. En algunas fotografías y grabados del siglo XIX, las pancartas de las manifestaciones obreras eran pendants, no
sólo colgaban de un mástil horizontal sino que buscaban expandir su mensaje hacia delante, seguramente hacia la policía o el
ejército, y también hacia atrás, en dirección a sus propios seguidores. RGG parece actuar como un reportero imparcial, como
un simple espejo entre una parte y otra. Aún así,… inmediatamente sospecho que es algo más.
En Espacio de trabajo … no se trata ya de esa dialéctica público / privado tan característica del arte de los años
setenta (Vito Acconci, Martha Rosler, Cindy Sherman…) sino más bien de un punto de fuga, una perspectiva que amplía o
expande el trabajo privado hasta la esfera de lo público. Quizás solo sea una forma de consuelo, la idea de que el abismo de
la subjetividad alguna vez podrá almacenarse en algo así como una conciencia común.
Palabras en el fondo
Background, el conjunto de la exposición de Santander, es un ejercicio de combinatoria en el que textos e imágenes generan
pensamiento; por ello la oscura pintura de RGG va acompañada de complejos títulos y abre así el campo de la imagen a una
narrativa condensada, oscura y sin duda irónica. ¿Cómo si no podríamos asimilar que a una imagen de su estudio el artista la
denomine Extracto del imaginario soportado? O que, un vídeo que relata el proceso constructivo de la muestra, una especie de
visión desde el backstage, se titule Laboratorio de procesos en ciernes . Hay poesía en estas imágenes, tanto como imágenes
en estas poesías que el artista escribe con forma de título.
¿Tiene un pintor derecho a poner título a sus cuadros? En principio parece que sí, faltaría más. El título es el eslabón
que une la forma pictórica con el mundo de las narraciones. Pero el pintor ha pintado un cuadro y quizás el título se le escapa
hacia terrenos más literales o más literarios. Cuando un pintor como RGG titula uno de sus cuadros Nunca me miras desde
donde yo te veo / siempre te evades hasta que ello te ciega, después de Lacan , quizás aún está haciendo pintura, acabando su
pieza o quizás sólo está poniendo la guinda del pastel. Picabia ha escrito alguno de los títulos más enigmáticos y terribles del
siglo pasado —el simétrico Unique Eunuque de 1920, o el alquímico Très rare tableau sur la terre pintado cinco años antes, por
ejemplo— así que aún no sabemos hasta qué punto cuando un pintor titula una pieza está ejerciendo una forma de intrusismo
profesional con los escritores, y sobre todo, no sabemos si sigue en el estudio pintando o se ha ido por ahí a inspirarse en
la contemplación del mundo. (Ver Fig. 10) Cuando el pintor emula al escritor el conflicto está servido. Por ejemplo, cuando
en una muestra anterior RGG hablaba de fetiches personales, ya no se trataba de literatura en sentido estricto sino de un
oxímoron psicológico. Podemos también pensar en una heráldica sin genealogía, surgida del puro deseo, en una economía
sin violencia, en una política sin cadáveres.
Anti-recuerdo
Cuando decimos “por delante y por detrás” no nos referimos a la profundidad perspectiva de la representación sino a una
arquitectonización de la pintura que, aunque simbólica y proyectiva, no por ello es menos auténtica. Arquitectonización que
es tanto como decir su puesta en público , apertura hacia el espacio de convivencia y conflicto. En la serie Antisouvenirs
aparecen representados toda una serie de dispositivos de presentación de la imagen en un contexto real. Hablamos de
telas muy pequeñas, instaladas en mosaico, mostrándose cada una individualmente y también todas ellas como una unidad