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Por eso, en sus pinturas murales, RGG quiere ser un no-muralista y reivindicar la profundidad de la pared, su
espesor y su significado en la maquinaria visual. En Ensayo de cuadros con pintura expandida en pared (reflexión) , juega
con el espacio como un malabarista con los bolos, adelante y atrás, izquierda y derecha, arriba y abajo. ¡Hop! Todos los
movimientos están permitidos: el cuadro es una especie de guiñol, una escena de títeres y de ocultamiento. En Destinos no-
turísticos, por el contrario, el color ha adquirido un matiz político. Sobre un mapamundi gris, semejante al planeta descolorido
que El Bosco pintó sobre los batientes de El jardín de las delicias , (Ver Fig. 4) lucen naranjas, verdes y azules, amarillos,
concentrados en las zonas de conflicto, como si fuera sólo un asunto Pantone, como si nada pasara en realidad. Puesto que
en realidad parece más un asunto de turismo que de auténtico paisajismo: los Souvenirs ya nos habían advertido sobre la
manía de traer un recuerdo de la guerra a casa. Ahora el mapamundi de González García, tan plomizo, tan tormentoso, parece
referirse a un turismo de la catástrofe y también de la ruina del propio turismo como forma de conocimiento. (Ver Figs. 5, 6
y 7)
Bien, todo esto tiene relación con una de las piezas de esta exposición, Espacio de trabajo - extracto del imaginario
soportado, realizada este mismo año. Se trata de una precaria estructura de madera, a modo de caballete de pintor o de
expositor publicitario, que sustenta dieciséis cuadros ensamblados de forma irregular y de diferentes formatos. El conjunto de
esta especie de mosaico caótico no es otro que una vista panorámica del lugar donde ha sido pintada, el estudio del artista
en Matamorosa, Cantabria: su intimidad laboral, su desorden creativo, que seguramente contrasta con la limpieza quirúrgica
del cubo blanco en el que ha sido expuesta. Sobre todo porque la entonación dominante, obsesiva, es de un frío verde oscuro
que unifica la imagen a la vez que le añade una cierta modulación siniestra. Recordemos que el término Unheimlich al que
Freud dedicó un célebre artículo 8 , aludía precisamente a los terrores de lo cercano, a la inquietud que puede surgir del espacio
cotidiano.
El ensamblado de los diferentes cuadros forma un perfil circular o vagamente elíptico que recuerda al ojo de pez de
las fotografías, pero también al de las cámaras de visión nocturna, que no se emplean precisamente para la fotografía familiar
o turística. En el suelo, un poema escultórico —la palabra background en tipografía de motel de carretera— está tomando
forma, y consigue llegar a ser una auténtica palabra, pasar del reino del texto al del objeto, y así comenzar a decir algo. Es
como un auténtico rótulo, lenguaje sólido.
Fig. 6.
Donetsk, Ucrania, 2014.
Fig. 7.
RGG, Vuelta a la tierruca, recorrido imaginario en escalas tonales (Destinos
no-turísticos) / Returning to the native land, imaginary journey in tonal scales
(No-tourists destinations) , 2014
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8 E.T.A. Hoffmann, El hombre de la arena , precedido del ensayo de Sigmund Freud, Lo siniestro , trad. de Luis López Ballesteros y Carmen
Bravo-Villasante, José de Olañeta ed., Barcelona y Palma de Mallorca, 1979.