La escuela modernista de Tomás Morales tuvo un mérito brillante y constructivo, con sus notas insulares, canarias. Tras él se formó una generación cuyos mejores nombres, debido a la situación étnica y a los motivos de su poesía, se hallan en situación intermedia entre la generación del 98, Juan Ramón Jiménez y el estilo de la poesía última. Alonso Quesada es el más caracterizado representante de todos ellos. Al igual que Morales, murió muy joven, pero tuvo tiempo de derramar su buena semilla lírica. Las islas Canarias perdieron en ellos a dos poetas magníficos, que dejaron una escuela difícilmente superable.