Guayana
Charles Harry, jinete trinitario
residenciado en Venezuela desde 1907,
tuvo el privilegio de tomar en sus manos el volante y conducir para un afortunado propietario, el primer Ford que
llegó para quedarse en Ciudad Bolívar
el año 1914. De otra marca, no precisada, fueron los dos carros desembarcados en el muelle de la antigua
Angostura, en 1908.
Harry comentó, ya viejo pero satisfecho de sus actuaciones en nuestro
país, que para gran sorpresa suya funcionaban en Venezuela unos 14 hipódromos cuando los propietarios
comenzaron a darle montas. No solamente en el estado Bolívar había carreras de caballos en pueblos donde
todavía ni siquiera llegaba la luz, no
había agua potable y los caminos eran
deficientes.
El crítico de arte y gran cronista
de su amada Guayana, Rafael Pineda,
ofreció en su extensa bibliografía poética, narrativa, periodística y documental dedicada a la región orinoqueña,
varios testimonios, incluso fotográficos,
acerca de la presencia de automotores,
sobre todo en Ciudad Bolívar, donde a
principios de 1913 vieron volar el avión
de Boland.
Tito López Pérez se llamaba
quien contribuyó a armar un automóvil que por piezas fue embarcado en
los aviones que ya en 1934 semanalmente volaban entre Tumeremo y Santa Elena de Uairén. Ramón Ochoa
tuvo la ocurrencia de apoyar la minería en donde estaba establecido el valenciano Lucas Fernández Peña, con
un vehículo que sería armado en el
patio de la casa del fundador de Santa
Elena de Uairén.
Veintiséis días le tomó a Ochoa
llevar por tierra el carro desde La Victoria [Aragua] a Tumeremo, donde lo
despiezaron para que cupiera en los
aviones que pilotaban según les tocara, Díaz Borges, Maldonado Peña,
Guillermo Ochoa Tucker, Alcides
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Quintero, Sandoval, Miguel Rodríguez, Luis Chacón, Gastón Chenú, J.
A. Fuenmayor. En la medida que llegaron las partes a Santa Elena, López
Pérez fue ensamblándolas.
Hacia 1928, lentamente avanzaban las obras de la vía que uniría Ciudad Bolívar con Caruachi. Y, en
función del tramo sur de la carretera
Ciudad Bolívar-Tumeremo-El DoradoSanta Elena de Uairén, tan pronto
Gómez la decretó, en 1934 el ingeniero Ángel Graterol Tellería viajó en un
vuelo especial de observación encomendado a la Aeropostal con la finalidad de que el responsable de la obra
apreciara el posible curso de la carretera que se había ordenado construir.
Con 300 galones extras de gasolina en la cabina, el avión despegó de
Tumeremo, sobrevoló vertical El Dorado, siguió el cauce del Cuyuní hasta
La Escalera, sobrepasó la sierra y aterrizó en Luepa en previsión del consumo de combustible. En Luepa como
en La Divina Pastora, había pistas
igual de rudimentarias pero aptas para recibir los resistentes monomotores
franceses.
Presentación de nuevos modelos.