Ellos vuelven a la espera de noche, la
clavícula duele como montes,
cada paso lo siento en la cabeza,
he guardado aquí el tacto infinito.
Ellos hablan la lengua de las bestias,
calculan muros que rompen a gritos,
la ominosa noche come los bosques
y el despertar es siempre la tiniebla.
Cae el velo, se acercan las colmenas,
las voces revientan, las aves nacen
de la piel rota en verdades y flores.
No tiene color el canto de lluvia,
me arropo contra el monstruo que ger-
mina
y el agua creciente extingue el letargo..▪
Daniela Villareal
Autarquía
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