Anteriormente la mujer era víctima de
discriminación, no tenía un papel importante en la sociedad, era la persona
encargada de las labores domésticas, y
de mantener al esposo satisfecho, en la
actualidad la “Mujer” es la encargada
de ser el brazo derecho del hombre.
LA MUJER SUMERIA
Entre los sumerios la mujer gozó de
un plano social muy similar al de la
egipcia, si bien no llegó a igualarlo. Tenía sobre sus hijos los
mismos derechos que el
marido y, en ausencia de
éste, administraba los
bienes comunes y era la
autoridad suprema del
hogar. También tenía la
libertad de emprender
negocios particulares
en forma completamente independiente del
marido, poseía esclavos
y tenía derecho de vida
o muerte sobre ellos. En
ocasiones, como fue el caso de la cortesana Shub-ad, pudo llegar a reina y
gobernar en su ciudad con autoridad
suprema.
La mujer tiene un papel insustituible
y privilegiado en la formación de la
afectividad de los hijos (su capacidad
de relacionarse, ¨inteligencia emocional¨, etc). Su aportación específica en
la formación ética de los niños. La mujer tiene la capacidad de ser el centro
integrador y la que mantiene la estabilidad en la familia, hay que recordar
que la mujer es algo muy importante
para la sociedad ya que la vocación de
ser madre es solamente una forma de
ser de ella misma.
LA MUJER GRIEGA
En Grecia la mujer se agrupó en dos
categorías: Esclava y libre. La esclava
era objeto de placer, sirviente sumisa
encargada de satisfacer
los deseos del hombre,
dedicada a los quehaceres domésticos o, en el
mejor de los casos, ama
de llaves en la mansión
de los ricos. La mujer libre gozó de
gran estima y llegó a ocupar un sitio
de respeto, aunque jamás de igualdad
con el hombre.
Recapitulemos a la mujer
en la antiguedad:
LA MUJER EGIPCIA
Desde sus remotos comienzos, Egipto honró
a la mujer transformándola en el hada protectora del hogar y la comunidad. La mujer egipcia
gozó, quizá como ninguna otra, de amplias
libertades y derechos; podía llegar a
ocupar cargos administrativos, realizar operaciones comerciales o, inclusive, sentarse en el trono de los faraones.
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