En los ‘90, otro deporte habría de influir
aún más notoriamente en el desarrollo de la tabla. Fue y es el Snowboard.
Pero ya no solamente en cuanto a diseño, sino también en el de la moda
y “la movida” que acompaña a estas
prácticas, definidas por la prensa y sus
practicantes como “extremas”
.
tas: permiten los giros de 180º y 360º
sobre el agua.
Los jóvenes snowboardistas encontraron en el Wakeboard una forma de
continuar la diversión y el entrenamiento “off season” Y las tablas siguie.
ron cambiando, ligeramente al principio, más acentuadamente después. Al
igual que las que se deslizan por las
nevadas montañas en invierno, las tablas del Wakeboard asumían su propia
personalidad: La forma de la punta y la
cola se despega de sus raíces surferas y se decanta hacia el Snowboard.
Las quillas (finns) cambian sus silue-
El Wakeboard gana espectacularidad,
los saltos son más largos y de mayor
altura. Se siguen sumando adeptos;
consigo traen “la onda” de la nieve, y
la cama elástica surge como el complemento ideal para el entrenamiento.
Las fijaciones, antes rudimentarias,
logran la sujeción perfecta. En consecuencia, saltos, figuras y desplazamientos se tornan más vistosos y el
ritmo, más frenético.
La moda en el deporte Wakeboard
La moda no se queda afuera: colores
vibrantes, pantalones amplios, bermudas, anteojos “No Fear” música de
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