obstáculo para la realización humana. Además, suele requerir una atención y un
esfuerzo que se sustraen a esa búsqueda del óptimo de felicidad. La verdadera
realización y satisfacción humana no es sólo animal; o al menos, no al modo de las
bestias que carecen de razón. Tiene esa dimensión que acostumbramos a
denominar espiritual. Por otra parte, la búsqueda del placer inmediato a través del
consumo, suele provocar explotación y desigualdad.
Al mismo tiempo, la búsqueda de la realización
humana facilita un goce incluso sensorial,
superior al conseguido a través del mero
consumismo. Es posible disfrutar más y mejor
de los bienes y servicios materiales
consumidos, y desde luego, de los bienes
naturales, y de los obtenidos a través de la
solidaridad, intercambio y colaboración fuera
del circuito del mercado.
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Hay otra razón para la austeridad “bien entendida”, y es la limitación de recursos
naturales, al menos con unos costes razonables de obtención y uso. El liberalismo
tiende a minimizar esos costes, tanto los económicos como la nocividad y
amenazas para la vida humana. Ahora bien, en este momento y en su mayor parte,
esos costes y peligros están objetivados de manera bastante precisa. El resultado
de esos cálculos es que existen verdaderas limitaciones (o costes inasumibles)
para el crecimiento. Por tanto, se hace necesaria cierta austeridad colectiva, y un
tipo de crecimiento sostenible. Además, es necesario que los frutos y
oportunidades de ese crecimiento estén bien distribuídos. Hay producciones más
contaminantes que otras, pero las que pueden calificarse de estúpidamente
contaminantes, son las de bienes y servicios superfluos. En gran parte, éstos
proceden de una distribución injusta de rentas y oportunidades. En otra parte, de la
codicia de quienes excitan el consumo de manera artificial, y practican una
obsolescencia programada.
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Hemos llegado a la tercera dimensión para el logro de una economía al servicio
del hombre, que es la equidad. Dada la igualdad de naturaleza que existe en los
seres humanos, la justicia conduce a una semejanza esencial en la asignación de
rentas, oportunidades y también cargas. Evidentemente, esto tiene una gran
importancia en sí mismo: incluso mayor que el tema que abordamos en este
artículo. Ahora bien, los dos temas, y las opciones que proponemos respecto a
cada uno, se imbrican e incluso exigen.
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