Argumentos Socialistas Nº 4 Enero 2014 | Page 50

Por tanto, el mercado dicta nuestros comportamientos con una eficacia asombrosa, pues día tras día nos impone las actitudes y actividades que hemos de desarrollar en las dos mitades esenciales de nuestro tiempo, como productores y como consumidores, con unas pautas esencialmente antitéticas. Cuando sucede eso, el mercado no es un medio al servicio del hombre. Sucede casi a la inversa: somos los individuos los que actuamos como marionetas movidas por el mercado. Es como si estuviéramos a su servicio. Hemos dicho que las actitudes y comportamientos que el mercado impone al hombre, como productor y como consumidor, son casi antitéticos. Sin embargo, hay dos cosas que son comunes entre esos papeles en los cuales se escinde nuestra conducta. Son el egoísmo y la insolidaridad. En cuanto al egoísmo, para algunos se concreta en un deseo incontenible de consumo. Para otros, se trata de una codicia de acumulación, ya se trate de dinero o de patrimonio, pero destinado a la posesión más que al consumo, pues algunos tienen tal obsesión por la acumulación de riqueza que incluso se comportan de manera mezquina con ellos mismos, o al menos quedan sin tiempo suficiente para gozar de los frutos de su riqueza. En todo caso, el ansia que el mercado estimula en el hombre, ya sea de consumo o de acumulación de riqueza, es inhumana, pues no consiste en la satisfacción de necesidades. Es el mercado y sus instrumentos (la publicidad y la multiplicación del crédito al consumo) el que en una gran medida excita, o incluso crea, unas apetencias a veces inhumanas. CÓMO PONER EL MERCADO AL SERVICIO DEL HOMBRE. OBJETIVOS FUNDAMENTALES Habíamos empezado a reflexionar sobre las claves principales para poner el mercado al servicio del hombre. Enunciemos primero los criterios principales. El fundamental es que si aspiramos a poner la economía al servicio del hombre, habremos de orientar la producción a la satisfacción de necesidades, y de aspiraciones verdaderamente humanas. Ese criterio nos conduce a tres opciones relacionadas entre sí, que podríamos sintetizar en tres palabras: austeridad, sostenibilidad y equidad. Para poner la economía al - El propósito de satisfacer necesidades y aspiraciones verdaderamente humanas, conduce a la austeridad; pero no por ésta misma. Casi todos los seres humanos experimentamos una cierta aspiración a la felicidad, y ésta incluye el consumo de bienes y servicios. Ahora bien, no se trata de consumir cuanto más mejor, pues el consumo excesivo y superfluo se convierte en un 50 servicio del hombre, es necesario orientar la producción a la satisfacción de necesidades y aspiraciones verdaderamente humanas. Eso conduce, a su vez, a valorar la austeridad, y a promover la sostenibilidad y la equidad