A fondo
A partir de ese momento, la causa de los problemas dejó de ser la hasta entonces denostada desregulación y descontrol del sistema financiero, y los efectos que su desplome estaba provocando sobre la economía real. De acuerdo con el nuevo diagnóstico, el problema pasó a ser el comportamiento irresponsable de los Gobiernos( al menos de una parte de ellos) a la hora de incurrir en excesivo déficit público, que agitaba los mercados de bonos y ponía en peligro la sostenibilidad a medio y largo plazo de las finanzas públicas y, con ello, su financiación a corto.
De tal forma que, en el terreno de la política económica, las prioridades pasaron de la persecución del crecimiento a la reducción del déficit público. Y en el ámbito más puramente político, la opción por un manejo discrecional, abierto y coordinado de las políticas macroeconómicas – llevado a cabo desde el inicio de la crisis hasta ese momento, y necesario para asegurar la recomposición del crecimiento y el sostenimiento de la actividad económica- fue sustituida por la imposición de un conjunto de reglas, lo que ha venido en llamarse el“ ordoliberalismo”, impulsado por Alemania, y consistente en la aplicación de reglas y normas de forma taxativa, rígida y al margen de las consideraciones relacionadas con la situación depresiva de la actividad económica.
Para poder imponer cambios tan tajantes y categóricos en los campos de las prioridades económicas y de las decisiones políticas, Alemania( o mejor dicho, su Gobierno) impuso asimismo, junto a un grupo de países de la eurozona, un cambio completo en el funcionamiento y las prioridades políticas que regían hasta entonces en el seno de las instituciones comunitarias.
Primero, se aparcó la Estrategia 2020, aprobada por el conjunto de países de la Unión, que establecía – contrariamente a lo que se defendió a partir de ese momento- la necesidad de mantener tanto a lo largo del tiempo la prioridad en el crecimiento económico, y la adopción de políticas dirigidas a favorecerlo, como en lo inmediato, la línea de política económica coordinada a nivel europeo basada en no reducir ni retirar los estímulos fiscales antes de que se consiguiera restablecer el crecimiento de la economía europea.
En segundo lugar, se abordó rápidamente la adopción de una serie de acuerdos entre los gobiernos que establecieron las nuevas reglas, objetivos y prioridades necesarios para aparcar la Estrategia 2020, y sustituir el crecimiento por la consolidación fiscal y los
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