Los pulmones
Podemos requerir una cirugía que suponga una restricción de nuestra capacidad ventilatoria, es decir, extirpar un pulmón parcial o totalmente. En este caso la capacidad pulmonar del paciente se verá comprometida de por vida, pero no le impedirá seguir viviendo.
El bazo
Es un órgano único y su ausencia puede suponer modificar algunos hábitos de vida y seguir unas precauciones terapéuticas, como la administración de vacunas frente a infecciones frecuentes (gripe, neumococo…).
Su extirpación es conocida como esplenectomía y puede ser parcial o total). La rotura del bazo es frecuente en accidentes de tráfico o ante una contusión directa sobre el hipocondrio izquierdo, es decir, abdomen superior izquierdo. Esto puede suponer un alto riesgo de hemorragia y riesgo de muerte.
El apéndice
Es otro órgano único ubicado en la unión del intestino grueso y el intestino delgado. Su inflamación puede ocasionar una apendicitis con el consiguiente riesgo de perforación y peritonitis pudiendo conllevar a la muerte del paciente.
.
Las amígdalas y lasadenoides
Las amígdalas se encuentran en la garganta y la lasadenoides detrás de la nariz. Son órganos únicos, un vestigio de tejido linfático inmunoprotector que pierde protagonismo en el adulto.
El cerebro
Es posible extirpar una parte determinada del cerebro o área cerebral sin que peligre la vida de la persona. Sin embargo, sus funciones se verán alteradas porque no se puede suplir de ninguna forma. Por lo que quedará una focalidad residual que dependerá del área extirpada.
Otras órganos extirpables y compatibles con la vida son: la vejiga urinaria, las muelas del juicio y el vello corporal, también considerado un órgano.
Perder un órgano no es un hecho aislado. Puede ocurrir que durante el periodo embrionario uno de los dos órganos no se forme correctamente y nazcamos con sólo uno de los dos órganos pares (agenesia) o que una enfermedad o patología desencadene la extirpación de un órgano (par o único).
La carencia de un órgano no vital para la vida, ya sea único o par, supone llevar a cabo seguimiento médico, en algunos casos y en función del órgano que sea, puede ser de por vida. En algunos casos será necesaria seguir tratamiento médico y ajustar la dosis de los fármacos. También puede ocurrir que sea necesario cambiar hábitos de vida para no dañar el órgano que queda. Nada de esto ocurrirían en el caso de los órganos de menor importancia, como las amígdalas