¿SILENCIOS?
Desde mi punto de vista, es posible identificar que hay un gran silencio respecto al pasado, principalmente sobre la infancia y adolescencia de mi abuelo Víctor Julio. No se sabe muy bien a qué se debe, pues es un tema que él nunca quiso mencionar delante de sus hijos ni con su esposa, y mucho menos a sus nietos. Tras indagar y conocer su pasado, logré identificar que no era algo de lo que posiblemente se sentía orgulloso, pues el ser abandonado y no tener una familia que se preocupara por él debió haberle generado esa sensación de que aquel pedazo de su vida no merecía ser recordado ni mencionado, puesto que seguramente era como abrir una herida que tal vez nunca terminó de sanar.
Por otra parte, en términos más generales, es posible concluir que no es posible aproximarme a generaciones familiares más lejanas a las anteriormente mencionadas debido a que para los miembros de mi familia nunca fue tan importante conocer más allá de lo que podían ver. Es decir, conociendo a mi familia puedo asegurar que no se trata de no querer aprender de su pasado, sino que nunca tuvieron a alguien o vivieron una experiencia que los incentivara a preguntarse e indagar por aquella historia, pero mientras consultaba sobre esta parte de familia con mi abuela, noté que mis tíos, primos y demás familiares también estaban interesados en conocerla y saber más acerca de ellos mismos.
Finalmente, es posible decir que por más lejano que sea nuestro pasado, hay ciertas cosas que aún nos conforman y nos caracterizan, que nos hacen sentir que pertenecemos, que estamos completos; porque la historia no nos persigue, sino que nos acompaña. En cierto sentido, todos somos historia.