A pesar de ser una familia de clase media, Víctor se esforzó mucho por darles la posibilidad de estudiar a todos sus hijos, incluso llegando a empeñar objetos y jollas y vender el primer piso de la casa en la que vivían para poder pagarles sus colegios y posteriormente sus carreras. Así, todos pudieron acceder a una educación superior de nivel técnico que les permitiría trabajar y aspirar a un buen puesto laboral. De igual manera, a todos se les inculcó la religión católica, tanto en su casa como en sus colegios, pues la familia, principalmente por parte de su madre, siempre fue muy devota y entregada al catolicismo, por lo que constantemente asistían a la Iglesia y participaban de la mayoría de celebraciones religiosas que se hacían, esto posiblemente a causa de la importancia que tenía la familia en los diversos órdenes de la vida colectiva y la incidencia de la religión en la conformación social y cultural (Ramírez y León, 2014).
Además, con el paso de los años, después de culminar sus estudios técnicos, algunos se casaron y tuvieron hijos, mientras que otros continuaron solteros. El mayor de todos fue el primero en casarse, y tuvo un hijo llamado Mauricio, quien falleció el año pasado. Luego, Marcela se casó y tuvo dos hijos, Laura Marcela de 26 años y Andrés Felipe de 22 años. Posteriormente, Luisa tuvo un hijo de una relación abierta llamado Santiago, quien actualmente tiene 21 años.