Los primeros galopes quedan a criterio del
domador ya que no tienen influencia en el
resultado final del proceso, durante el primer
periodo se lo trabaja con bocado, pasando
enseguida al filete levantador, siendo ésta
embocadura de concepción norteamericana,
de gran utilidad, siempre que se la use con
prudencia. Algunas costumbres típicas de
los domadores que conviene conocer para
poderlas corregir, son, por ejemplo, el uso
del cabestro, la atada a la pata, la monta a
la asidera, todo esto hecho del lado de mon-
tar, como también el uso del rebenque en la
mano derecha, modalidades que traen como
consecuencia caballos con tendencia a dar
vueltas a un solo lado – “torcidos” o “corne-
tas”-: por éstos motivos es importante que el
domador tenga conocimientos de petisero, lo
que evitará que se incurra en estos efectos
durante la doma.
3- ADIESTRAMIENTO: Estará a cargo del pe-
tisero. Este deberá enseñar a parar, cambiar
de mano, y dar paso atrás. Taquearlo para
que no se asuste del taco y de la bocha. Con
una buena doma consideramos esta etapa re-
lativamente corta, ya que un buen domador
facilita el trabajo del petisero.
4- EL JUEGO: El jugador que monte caballos
nuevos debe dedicarles cierto tiempo, con
conocimiento de manejo y sobretodo gran
dominio y energía, no perdonando errores
que luego se transformaran en vicios: “Los
picados de campo” en canchas chicas son
de gran utilidad, ya que estos primeros parti-
dos se juegan a poca velocidad, se da mucha
vuelta y los periodos duran más tiempo, lo
que permite corregir defectos.
La primera temporada, que normalmente co-
mienza entre los 3 años y medio y los 4, entre-
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na al caballo en la función que deberá cumplir
en el futuro. En la segunda temporada es ya
un caballo jugador sin los inconvenientes de
la primera, en que generalmente aparecen
dolores musculares, sobrehuesos, etc. Con
respecto al entrenamiento de los caballos una
vez en juego, lo haremos vareando mañana y
tarde, de tiro, al tranco y al trote, una hora y
media o dos por día montando los pesados,
pero cada animal debe ser tratado de acuerdo
a sus características individuales.
Se completa el adiestramiento jugándolos en
prácticas. La alimentación básica se hace so-
bre 7 kg. de avena distribuidos en dos racio-
nes y 3kg. de pasto seco de alfalfa que se dan
solamente por la noche.
Consideramos que esta ración en los mo-
mentos de juego intenso se excede en pro-
teínas acarreando trastornos hepáticos por
lo que estamos haciendo tanteos para balan-
cearlo mejor.
Terminada la temporada de polo es de gran
utilidad soltar tres o cuatro meses al caballo
a campo, a fin de eliminar cierta intoxicacio-
nes propias de las raciones concentradas así
como también todos los dolores provocados
por las exigencias del juego.
Es indispensable también desparasitar al ca-
ballo una a dos veces por año, esto lo hará el
veterinario por intermedio de sonda, para la
dosificación justa. Es común en el yeguarizo
la punta de muela por lo que se recomienda
una revisión periódica para eliminarla, pues
producen llagas que afectan el buen desem-
peño del caballo de polo.