Familia
EDUCARTE FUE UNA LINDA AVENTURA
Por Dolores Ibarlucea*
Era 14 de marzo de 1991. El cielo estaba de un tono casi
turquesa. Era mi último mediodía de soltera. Toqué el
timbre de su oficina y tres minutos después lo vi salir
del ascensor. Traje azul al igual que la corbata, camisa
celeste. Impecable. Mi papá abrió la puerta y con una
sonrisa me entregó un ramo de fresias al tiempo que dijo:
“Educarte fue una linda aventura”.
Esas cinco palabras han resonado una y otra vez en mi
cabeza desde entonces. ¿Qué es educar? ¿Por qué es una
aventura?
Según el diccionario, Educación, (del latín educere
“guiar, conducir” o educare “formar, instruir”) puede
definirse como:
El proceso multidireccional mediante el cual se transmiten conocimientos, valores, costumbres y formas de
actuar. Es un proceso de vinculación y concienciación
cultural, moral y conductual cuyo fin es la socialización
de los individuos de modo progresivo a lo largo de toda su
vida.
Personalmente, creo que educar hijos es una tarea maravillosa. Uno conduce a un niño hacia la adultez, lo guía en
el camino de descubrir todo su potencial. Lo llevamos de
la mano en un comienzo para luego caminar a su lado.
Le corregimos el rumbo desde atrás mientas carretea y
finalmente lo vemos volar. Ellos no volarán nuestro vuelo
ni soñarán nuestros sueños pero llevarán consigo nuestra
impronta, nuestro sello de amor. ¡Pensar que seremos
padres de ese adulto independiente durante mucho más
tiempo del que habremos sido padres de un bebé que depende ciento por ciento