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En el momento de mi despedida del matrimonio ya casi todos los concurrentes a la reunión habían llegado. Al entrar al salón donde se realizaba el encuentro me encontré con caras conocidas y otras no tanto.“¿ Por qué no vino más temprano Collins?” me preguntó sonriente el recién designado presidente, Leonardo Hughes y luego agregó“¿ se quedó tomando el té con Mercedes?” Enseguida entendí que se refería a una señorita a la cual yo festejaba en esos días. Sentado entre Guppy y Julio Cesar Urien, mi amigo Mc Crindle, sacándose la gorra me guiñó un ojo. En ese momento supe de quién había partido la indiscreción. No sabía que años más tarde, ya viudo de Mercedes, me casaría con mi secretaria Kitty, la mayor de las 11 hijas de Mc Crindle, él personalmente me la había recomendado para esa labor, desde Rosario, donde el ferrocarril lo había trasladado. La presidencia de Hughes era provisoria, al año siguiente debía incorporarse al servicio militar siendo clase 1881.
Los 33 presentes firmamos los estatutos. Se inscribieron 78 socios fundadores. Finalmente dejamos constituida la unión de los dos clubes en uno nuevo llamado Club Atlético de San Isidro. Las próximas reuniones las realizaríamos en lo de Raúl De Martino. Una gran taza de porridge me estaba esperando cuando regresé a casa. Dormí poco esa noche. ¿ Qué podía aportar al club? ¿ Qué proyectos podía presentar? ¿ Cuáles serían mis responsabilidades? Un sin fin de ideas pasaban fugazmente por mi cabeza. ¿ Podría recordarlas en la mañana?
El club que construiríamos tendría que ser algún día más grande que el Aston Vila de Birmingham o el de Plaza Jewell de Rosario. Que incluyera todos los deportes cricket, futbol, tennis, rugby, hockey y con una vida social intensa. Finalmente me dormí sintiéndome como un gran dirigente con una inmensa tarea futura: Contribuir a hacer grande al Club Atlético de San Isidro.
Jorge Ferreira Pinto
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