ANTÁRTIDA EXTRATERRESTRE - EL INCREÍBLE CONTACTO DE ROSALÍA Antártida Extraterrestre | Page 120
ANDREA VICTORIA CANO
Un día salió Felipe, Rosalía y un amigo de Felipe, que trabajaban en la
misma empresa, partieron de "Ledesma - Jujuy" en dirección a
"Tucumán". El "Siniestro" le había pedido a Felipe que lo representará en
un negocio a lo cual Felipe titubeo, la empresa estaba pasando por la
misma etapa de liquidación y cualquiera sea local o extranjero podía
privatizar a precios irrisorios. Esta empresa era la segunda después de
"Acindar" todo estaba dispuesto por ambas partes, todos los papeles en
orden, todo firmado, y hasta se brindó con "Champán", se despidieron y
debían retornar a las 8 de la mañana para retirar el dinero del banco y
cerrar la operación.
Al llegar a Tucumán desde Jujuy se alojaron en un hotel, llegaron a las 7
u 8 de la noche, Rosalía viajaba con Felipe y con el socio que vendría a
ser también su jefe en la empresa, por lo que ella no se percató de fijarse
en el nombre del hotel ni tampoco su ubicación. En la noche decidieron
que fueran todos a cenar, y el amigo y jefe de Felipe le sugiere que
invitaran a una señora que tenía contacto con dos alemanes, el jefe de
Felipe quería también "sondear" a la mujer, era profesora, madre como
de 8 hijos. Toda la velada ellos dos se la pasaron como dos tortolitos,
hablando lento, Rosalía y Felipe estaban atrás de ellos hablando sobre la
"Acería".
En el camino le dice Felipe a Rosalía que su amigo y socio no quería ni
que fuese a pisar por la empresa, ella le contestó: "Si no pienso dejar
el Instituto" y Felipe dice: "¡¡¡Queee!!!, vos te venís conmigo" ,
Rosalía: "Vos sabes que entraremos en guerra si voy yo" Felipe se
enfureció (y cuándo estaban en la calle y él se enfurecía por algo con
ella, lo primero que hacía era que de un tirón le arrancaba la cartera y se
la tiraba al medio de la calle). Rosalía pensó que una escena de esas no
sería lo correcto, peor aún en esa ocasión con testigos de por medio,
entonces pensó defender su cartera contra viento y marea. La cuestión
es que la tenía en el brazo, la apretó contra su tórax con los dos brazos y
Felipe la tiraba, hasta que le arrancó la manija y la tiró por supuesto a la
calle. Rosalía se fijó y le quedaban las dos argollas y se dijo: "tiene
remedio".
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