Antología de Cuentos de Terror Antología Cassandra | Page 12

La noche eterna Maria Luisa estaba muy entusiasmada, por fin se reuniría con su pequeña hermana que se había quedado al cuidado de su madre, en la pequeña villa en la que vivían, mientras ella se dedicaba a terminar su carrera en la gran ciudad. Realmente poco había convivido con su familia, desde pequeña la había alejado mandándola a la casa de familiares, para después seguir con la carrera, pero ahora que era toda una mujer y que había completado sus estudios, nada la detendría de convivir con sus seres queridos, que solo en ocasiones especiales los veía, o que la única comunicación era por vía telefónica. Era una sorpresa su visita, ni su madre ni su hermana, sabían de su llegada y cuando llego a la villa, noto algo que no recordaba cuando aun era una niña y fue separada, que el lugar estaba casi desértico, ni un alma se veía en la calle, tuvo que ir de la estación de autobuses a la casa, caminando ya que nunca apareció ningún taxi ni personas en la calle y las que veía a lo lejos, al verla se metían en sus hogares. Llegando a su hogar después de mas de una hora de camino y cubierta en sudor, se dispuso a entrar en su hogar, del cual pocos instantes en su memoria se actualizaron, y lo único que recordaba bien, era el ahincó que tenia su madre, por meterla apenas empezaba a oscurecer. Al fin abrieron la puerta, al ver a su pequeña hermana, demacrada, con un color blancoso de la piel, no pudo mas que suspirar, la hermana ni siquiera la había reconocido, si no es porque Maria Luisa la abrazo, pero algo noto, y fue que su hermana empezó a temblar al verla, al principio pensó que era por la emoción de verla, pero después descubrió que no era así. La llevo con su madre, que estaba igual que cuando era niña, la única que se había acabado era su hermana, su madre seguía igual, pero no hablaba ni se movía, solo se quedaba mirando fijamente. La abrazo y le dio un beso a su madre, pero con los ojos que la hermana tenia, parecía como si tuviera miedo de la reacción de la mama, así que se la llevo a la cocina, para después en lugar de preguntarle de su vida y de todo lo que había pasado, solo le cuestiono del porque de su llegada, algo que a Maria Luisa le dolió. “No te preocupes” le dijo a su hermana, no estaré mucho tiempo, solo quería venir a saludar a mi familia y preguntarte a ti, si con mi recién carrera, no te quisieras ir conmigo y dejar a nuestra madre en un lugar para personas enfermas y de su edad, puede ser aquí o en donde vivo ahora, pero te quiero tener en mi vida, hermana mía. 13