Antología de Cuentos de Terror - 7° Grado CUENTOS 7MO | Page 20

Un extraño día de Julio La primavera aún no terminaba, pero el calor ya golpeaba las calles de Laredo, un pueblecito perdido en la costa de Estados Unidos. Debido a esto, niños y adultos iban siempre que podían a refrescarse al mar, el cual (según contaban los habitantes) era el más cristalino del país pudiendo ver con claridad la arena que había debajo del agua incluso en secciones muy profundas. Un día un niño, llamado Jacob, y su hermanita Paige, acosados por el calor como todas las personas del pueblo, decidieron ir al mar, con la idea de poder huir del calor y divertirse con los otros niños. Al llegar, se metieron al mar, ya que (a pesar de sus 8 años) sabían nadar perfectamente. Cuando ya tenían los dedos arrugados y se cansaron de nadar, salieron, y fueron a un río que desembocaba en el mar para jugar a una de sus cosas favoritas: tirar piedras y tratar de hacerlas rebotar. Al llegar allí, comenzaron. Su máximo record pertenecía a Paige, que una vez logró hacer rebotar una piedra 5 veces. Sin embargo, ese día ocurrió algo que no tenía explicación. Jacob tiró una piedra que, increíblemente, rebotó 7 veces, pero luego no se hundió, si no que volvió unos metros hacia su dirección. Ambos niños se miraron extrañados, pero no le dieron importancia. Era el turno de Paige, así que tomó una piedra y la lanzó, con su orgullo herido al ver sido superada. Sin embargo, con esta pasó exactamente lo mismo, solo que la piedra rebotó aún más. A los niños ya no les parecía normal, pero Jacob tiró otra vez para fijarse si habían visto bien. Lanzó con todas sus fuerzas, pero la tercera piedra rebotó y regresó. Volvió con tanta fuerza y velocidad que Jacob tuvo que retroceder para no ser golpeado por ella. No entendían que pasaba. Decidieron ir a mirar, algo andaba mal. Se acercaron con cautela al lugar en el que la piedra había rebotado. Se sorprendieron, ya que en ese lugar el agua parecía “partirse”. Jacob, era demasiado curioso, y acercó la mano. Vio como ésta, de manera terrorífica, desaparecía en la nada. Se aterró, y retiró rápidamente la mano. Su terror aumentó, al ver que había desaparecido por completo. No había herida ni sangre, era como si la piel hubiera cicatrizado al instante. Salieron corriendo, pero sintieron una fuerza que los arrastraba hacia ese lugar. No podían escapar de esa fuerza invisible. Inundada por el terror, Paige cayó, pero no tocó el suelo, sino que comenzó a flotar a gran velocidad hacia “la nada”. Intentó agarrarse a una planta que crecía en el río, pero no lo logró y fue tragada por esa fuerza sobrenatural. Jacob no aguantó más, y fue tragado al igual que su hermana. Nunca los volvieron a ver. Por: León. 20