Peter Pan JM Barrie
Había una vez una niña muy buena llamada Wendy, que tenía tres hermanitos, y para que éstos se durmieran solía contarles historias muy bonitas. La noche en que comienza nuestro cuento les contaba las aventuras de Peter Pan.-.... Y siempre está haciendo buenas obras, y sabe volar, y le acompaña Campanita, que es una niña con alas de mariposa, tan pequeña que cabe en la palma de la mano, y además vive en un país maravilloso, que se llama la isla de Nunca Jamás.- ¡ Ay Wendy......! Cuánto me gustaría poder viajar con él y no tenerme que dormir ahora, y mañana madrugar para ir al colegio.-Y a mi también...... yo no quiero estar aquí.-Pero ¡ será posible que todavía estéis despiertos, vamos todos a la cama!, y tú Wendy, por favor, no les cuentes más cosas. ¡ Ala, buenas noches, un beso a los cuatro y a dormir!-Buenas noches papaíto.-Oíd, ¿ Estáis viendo lo que veo yo? Hay alguien en la ventana..... Si son Peter Pan y Campanita..........-Hola a todos, he oído que no queríais dormir y que os gustaría visitar con nosotros la isla de Nunca Jamás.- ¡ Sí..... sí......!-Muy bien. Campanita, échales un poquito de tu polvo mágico. Y campanita, la niña mariposa, sacudió un poco sus alas, y en un instante los niños se encontraban volando junto a ella y a Peter Pan.- ¡ Mirad, mirad que pequeñita se ve nuestra casa desde el aire!-Pues yo veo por allí acercarse una isla.....¡ Uy, qué bonita!-Esa es la isla de Nunca Jamás. En cuanto aterricemos, Campanita, llevas a los niños al árbol de la alegría, mientras yo voy a dar una vuelta por los alrededores del barco del capitán Garfio por si ha hecho alguna de las suyas.-Está bien Peter Pan. Peter Pan, nada más llegar, se acercó a vigilar la goleta del capitán Garfio. Éste era un pirata malísimo y gran enemigo de Peter Pan, desde que por su culpa, según contaba él, le había comido una mano un cocodrilo que siempre le perseguía. En lugar de la mano, llevaba un garfio, y por eso le llamaban así. Cuando Peter Pan avistó el barco, enseguida comprendió que algo extraño ocurría, se acercó un poco más y lo que vio lo llenó de asombro.- ¡ Dios mío, ha raptado a Flor Silvestre, la princesa india! Seguramente querrá sonsacarle donde está mi escondite. Iré inmediatamente a rescatarla del garfio de ese tunante.