Ansuz Magazine Segundo Número. Diciembre 2014 | Page 19

TONUS Marcela Zamudio Si el Jazz tomara forma sería mujer, porque está cargado de un erotismo particular, tiene la sensualidad que hipnotiza y la capacidad de mantener al espectador, atento a una conversación incluso por horas. Sin embargo aunque este tipo de música tenga el misterio femenino, desde sus inicios se vio elitista con la participación activa de las mujeres. El género jazzístico, como boceto general, tiene su origen en la liberación de los esclavos africanos, la cual provocó que del Góspel naciera el Blues, luego de la guerra de secesión en Estados Unidos, vino el Ragtime. Abolida la esclavitud y ya con instrumentos, la mezcla de Blues con el Ragtime, así como la música clásica de Europa dan vida al Dixie. Posteriormente estalla la primera guerra mundial por lo que esta comunidad que vivía principalmente en Nueva Orleans se muda a Chicago, donde surge el Swing, las Big Bands y finalmente el Jazz, mismo que permitió la entrada de las Jam Sessions (improvisación), el Be Bop (velocidad) y el Cool (disfrute Ingrid Jensen de las notas), variaciones que dieron cuerpo al Free Jazz. Tras el breviario histórico-musical es válido asegurar que el Jazz por sí solo no tiene definición, como lo explica Max Harrison, crítico del género: “Todos los intentos de definir el jazz han fracasado, lo que ya es un síntoma revelador de la diversidad de sus orígenes y de su posterior variedad estilística.” Pareciera que el jazz es un género interpretado únicamente por hombres, como si les perteneciera. Así fue en un principio, esta música recibió la mirada del machismo, cuando se definió que los instrumentos de aliento eran de uso exclusivo para los varones que portaban aquellas cajas torácicas enormes, imponentes, llenas de fuerza, mientras que las “ladies” tenían permitido tocar instrumentos de cuerda por aquello de que no se fueran a lastimar, de otra manera, eran “mal vistas” por la sociedad. Carla Bley 19