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informe
Hito electoral.
Atentos y
sorprendidos,
un grupo de
ciudadanos
observa por
primera vez el
sufragio de una
mujer. Ocurrió
el 17 de junio
de 1956, en
las elecciones
presidenciales
que colocaron
a Manuel Prado
Ugarteche
en Palacio
de Gobierno.
Las mujeres
representaron un
total de 499.256
votos, cifra que
sobrepasó los
cálculos de los
expertos.
Las mujeres frente al poder y la política
Construyendo
a la futura
Presidenta
Durante años han luchado por salir del confinamiento
histórico en el que fueron sumergidas, por otros y
por ellas mismas. Hoy están a la vanguardia de los
acontecimientos políticos, económicos y sociales del
mundo. Sin embargo, el Perú es uno de los seis países
en Sudamérica que aún no ha colocado a una mujer
al frente del Poder Ejecutivo.
Escribe
Luis Antonio
Vargas
A lo largo
de la historia,
grandes acontecimientos como guerras,
conquistas, descubrimientos científicos
y gestas políticas, casi siempre fueron
decididos y conducidos por varones. Las
etiquetas y los prejuicios se construyeron
desde la época de las cavernas, marcando el
derrotero de un conjunto de sociedades que
empezaron a quitarse el bigote recién en el
siglo XX, al menos en Occidente.
La aparente ‘superioridad’ masculina
transitó por centurias y apareció incluso en
dos de los primeros documentos sobre los
derechos fundamentales del ser humano:
la Declaración de Virginia de 1776 y la
Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano de 1789, derivados de
la independencia estadounidense y de la
Revolución Francesa, respectivamente, que
no nombraron ni por asomo a las mujeres.
Sin embargo, hubo una mujer que
resaltó en esa época: Olympe de Gouges, quien en plena Revolución Francesa
redactó un documento titulado Declara-
ción de los Derechos de la Mujer y de la
Ciudadana, bastión de la paridad, emancipación y derechos femeninos de hoy.
El voto femenino recién se aplicó por
primera vez en 1893, en Nueva Zelanda,
gracias al movimiento liderado por Kate
Sheppard. Posteriormente se aprobaría en
el Reino Unido en 1918 y en Estados Uni-
dos en 1920. En América Latina, Ecuador
marcó la pauta en 1929, siendo Matilde
Hidalgo de Procel la primera mujer que
sufragó en ese país.
La mayoría de sociedades entendieron
de a pocos que no situar a la mujer al nivel
de los hombres era irracional. Luego de la II
Guerra Mundial (1939-1945) y con la participación de miles de mujeres en ese conflicto, hubo cambios positivos con miras a la
igualdad de género. El desarrollo industrial
y la aparición de la píldora anticonceptiva
(1951) apuraron ese proceso, al brindarles
conciencia sobre su rol en el mundo y una
mayor autonomía sobre sus vidas.
En el Perú, las mujeres siempre tuvieron un papel importante en las reivindicaciones políticas y sociales. Pero fue en
la adversidad de las crisis y de las guerras
que asomaron con brillo: Micaela Bastidas y María Parado de Bellido en la lucha
por la independencia del dominio español, así como María Olinda Reyes, valiente
‘rabona’ que acompañó a las tropas peruanas en la guerra con Chile, sin olvidar a
María Elena Moyano y a Pascuala Rosado,
dirigentas sociales que se enfrentaron al
terrorismo y que murieron dinamitadas
por Sendero Luminoso.
El siglo XXI podría ser escenario de
otro tipo de estallidos: por ejemplo, el
de la inclusión de la mujer en las grandes decisiones. Algo se ha avanzado en
Occidente, pero muy poco en Asia y en el
Medio Oriente.
“Tengo la impresión de que el mundo
se está volviendo cada vez más femenino y
que las mujeres se están masculinizando.
Por lo tanto, estamos en un punto de
encuentro propicio para que las mujeres
asuman la toma de decisiones en muchos
campos, no solamente en la política”,
sostiene Ana María Cano, profesora de la
Universidad de Lima.
Avances con lentitud
Ana María Cano.
“Tal vez la política
formal de nuestro
país, basada en
el juego político
decadente y en la
componenda, no
se adapte al tipo
de influencia que
saben ejercer las
mujeres, siempre
orientado a la
búsqueda de
soluciones”.
Anel Townsend.
“El Perú y
otros países
latinoamericanos
han ido avanzado
respecto a la
inclusión e igualdad
de la mujer, pero
todavía quedan
temas urgentes y
pendientes que
deben ser decididos
por hombres”.
Aquí el voto fenemino se oficializó el 7 de
setiembre de 1955, durante la presidencia
del Manuel A. Odría. Fue un gran avance,
aunque debe quedar claro que el Perú fue
el penúltimo país en promulgar ese derecho en Sudamérica. Fue así que el 28 de
julio de 1956 llegaron por primera vez al
Parlamento nueve ciudadanas elegidas a
través de las urnas: la senadora Irene Silva
y las diputadas Lola y Alicia Blanco, Carlota Ramos, María Silva, Juana Ubilluz,
María de Gotuzzo, Manuela Billinghurst y
Matilde Pérez Palacios.
Ciertamente, tal demora histórica produjo un atraso en el liderazgo femenino
en la política. Mientras que en Bolivia y
Argentina hubo presidentas en la década
del setenta, el Perú recién tuvo mujeres
ministras de Estado en 1987: Ilda Urízar y
Mercedes Cabanillas, titulares de las carteras de Salud y Educación, respectivamente,
en el primer gobierno aprista.
El Perú ha avanzado en la inclusión de la
mujer en la política, pero aún se encuentra
lejos de las conquistas regionales. Así, en
Sudamérica, ade más de Bolivia y Argentina, también Brasil, Chile, Guyana, y
Ecuador, han tenido presidentas. Argen-