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informe
más alta de inseguridad ciudadana” en
América Latina con 50%, por encima de
Venezuela (43,7%) y de El Salvador (42,5%)
en el 2013.
Vacíos en la sociedad
¿Cuáles son los impulsos que llevan a los
individuos a delinquir? Se suele argumentar que hay motivaciones económicas en personas que provienen de sectores
sociales no muy favorecidos y con falta de
oportunidades, pero esa puede ser una
justificación errónea. Para el sociólogo
Agustín Espinosa, existen otros factores:
“La mayoría de delincuentes pertenece a
familias desestructuradas en las que no
existe atención y control de los padres
hacia los hijos. En ese sentido, los niños
son atraídos por bandas criminales que los
‘adoptan’ y los protegen”.
No obstante, según Espinosa, algo
podría distinguir a la delincuencia existente en el Perú, respecto a otras del
mundo: “Lo que ha venido ocurriendo en
una sociedad violenta como la peruana
es que ha experimentado la migración de
componentes políticos provenientes del
terrorismo de Sendero Luminoso y de la
represión del Estado en los noventa, junto a
los modismos de la delincuencia ‘callejera’
o ‘común’ que se ven reflejados en los asaltos, robos a mano armada y secuestros”.
Sumado a lo anterior, aquí es muy
fácil conseguir armas. En enero del 2013,
basado en investigaciones del antropólogo Jaris Mujica, La República informó
que en Lima es posible adquirir pistolas
y revólveres a precios de entre los US$100
y US$120.
La ley vigente exige a los propietarios
de pistolas o revólveres que registren sus
armas en la Superintendencia de Control
de Armas, Municiones y Explosivos de
Uso Civil (SUCAMEC) antes de obtener
una licencia de uso que debe ser renovada
cada año.
Lamentablemente ese control no evita
el caos. El director de la SUCAMEC, Jorge
Carcovich, explicó a La República que “en
25 años se han otorgado alrededor de 300
mil licencias para portar armas: un 60%
a personas jurídicas (empresas de seguridad, entre otras) y el resto a ciudadanos”.
Y añade: “El problema es que aproxi-
Insensibilidad con mediocridad. Ollanta Humala (izquierda) ve de cerca al fantasma de la impopularidad por causa de la inseguridad
ciudadana. Por ejemplo, un estudio del 2013 de la empresa GFK reveló que su inacción frente a la delincuencia le costó una caída en su
popularidad del 32% (julio) al 24% (octubre) en ese año. Arriba: El dominicano Lindomar Hernández (a) Puerto Rico, asesino confeso del
fotógrafo de El Comercio Luis Choy. Tras fugar de la carceleta del Poder Judicial con ayuda de un grupo de policías, Puerto Rico fue abatido
en extrañas circunstancias en Comas. Y pese a ser uno de los crímenes más sonados y lamentados del 2013, la División de Investigación
de Homicidios de la PNP aún no identifica al autor intelectual del hecho. Abajo: La clásica señal de un rapto. En el 2012, la PNP recibió
519 denuncias por secuestro y realizó 198 capturas, entre hombres y mujeres. Además, desarticuló 14 bandas organizadas y decomisó 61
armas de fuego. De acuerdo con fuentes policiales, las cifras aumentaron en el 2013.
Armas a granel.
El mercado ilegal de
armas es el arsenal
del crimen. Cuando
fue capturado en
el 2003, el sicario
adolescente
Alexander Pérez
Gutiérrez (a)
Gringasho portaba
una pistola Browning
45, utilizada
por el Ejército
norteamericano
en Afganistán y
con un poder de
fuego superior a
las utilizadas por
cualquier agente
policial del Perú.
¿Cómo la consiguió?
El general PNP César
Cortijo, jefe de la
DIRINCRI, señala que
“el comercio ilegal de
armas es un espiral
que crece imparable”.
madamente 150 mil licencias no han sido
renovadas… Y si no están controladas por el
Estado, obviamente pululan en el mercado
informal”.
Al menos en Lima, ese mercado informal que nutre de ‘fierros’ y de balas a los
asaltantes se distribuye en zonas como Las
Malvinas, el jirón Paruro o La Cachina.
¿Y qué ocurre con los civiles que compran un arma? Según Espinosa, ellos
buscan un mecanismo de defensa que les
otorgue una ilusión de ‘control’ para sentirse ‘seguros’ en un escenario incierto y
peligroso. Los que piden ‘hierro y sangre’ contra el crimen aseguran que eso
es bueno, si bien no detallan que en una
escaramuza con balas y gritos destemplados, los criminales tienen las de vivir.
Decepcionados por eso, sumado al
peligro que conlleva tener un arma
en un hogar con niños o adolescentes,
no pocos civiles revenden sus armas
en el mercado informal, alimentando con
ello la logística criminal.
Y no solamente se trata de armas.
Espinosa explica que existen otros mecanismos de ‘defensa’ que son propios de
una población aterrorizada. Pues bien,
un estudio de la Asociación Peruana de
Consumidores y Usuarios (ASPEC) señala
que en Lima existen 1.263 rejas de seguridad, de las que 1.147 (91%) no cuentan con
autorización municipal. Aquí se genera
una problemática con mucho fondo,
explica Espinosa: “Se debe fortalecer la
inclusión social porque \