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informe
El 29 de enero del 2014
quedará marcado en la vida de Raúl Bustillos Rivera, un humilde vecino de San Martín de Porres. Ese día, Sebastián, su pequeño
hijo de nueve años, dejó de existir tras una
larga agonía por causa de una bala que recibió en la cabeza, como consecuencia de un
tiroteo entre delincuentes y un oficial de la
PNP en retiro. ¿El motivo? Los malhechores
trataron de robar el automóvil del expolicía,
quien, en plena escaramuza, abatió a uno de
los asaltantes. Todo sucedió a escasos metros
de la casa del niño y a plena luz de la tarde.
Una bala truncó un futuro y dejó a un
desconsolado padre clamando justicia y
castigo. Año tras año, la inseguridad ciudadana se ha convertido en un fenómeno
que convierte a los ciudadanos en víctimas y también en potenciales vengadores,
dañando la salud social. Además, las noticias de robos, secuestros y asaltos a mano
armada acaparan los diferentes medios de
comunicación. Dentro de poco nada nos
llamará la atención.
Las cifras estadísticas corroboran que el
peligro acecha a los peruanos. El Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) presentó en el 2013 el Informe
Regional de Desarrollo Humano 20132014: Seguridad Ciudadana con Rostro
Humano, Diagnóstico y Propuestas para
América Latina, que señala que el porcentaje de victimización urbana –es decir,
todas las acciones delictivas que se cometen
dentro de la periferia de las ciudades– es
liderado por el Perú con un 32% del total.
A continuación sigue Ecuador con 31%,
Guatemala con 29%, México con 27%,
Honduras con 25% y Uruguay con 24%.
Luego aparece Argentina y Colombia con
23%, El Salvador con 22% y Paraguay con
19%. Y al final Costa Rica con 18%, Brasil
con 17% y Chile con 15%.
Promesas rotas
Como presidente del Perú, Ollanta Humala
se comprometió en su discurso inaugural
del 28 de Julio del 2011 a luchar frontalmente contra la delincuencia. Frente al
pleno del Congreso, dijo que “su gobierno
sentía que uno de los graves problemas que
provoca temor y frustración en las personas es el de la inseguridad en las calles”. Y
también que se arrastraban “30 años de
fracasos y de pocos éxitos” por “la ausencia
Taxis del diablo. Agentes policiales capturan
a una banda de taxistas asaltantes. Según
datos del Instituto Peruano de Administración
Municipal, el 67% de taxis opera de manera
irregular y sin las mínimas exigencias de
seguridad. Así, muchos choferes de taxi
actúan en complicidad con delincuentes para
robar y herir a sus pasajeros. Las avenidas
más peligrosas de Lima son Emancipación,
Abancay, Grau y Tacna.
La inseguridad ciudadana, un cáncer MARCA PERÚ
La sociedad
del miedo
Todos los días los peruanos se enfrentan a un enemigo que
se ha vuelto poderoso: la delincuencia. Los esfuerzos de la
resquebrajada Policía Nacional del Perú son insuficientes
por su anticuada organización y por el escaso apoyo del
Estado. Aquí el liderazgo es fundamental. ¿Lo sabrá el
presidente Ollanta Humala?
Escribe Adolfo Cabrera
de liderazgo político y por la carencia de
una política de Estado eficaz”.
Humala propuso soluciones como “la
eliminación del sistema 1x1 en el servicio
policial, el incremento de los salarios de la
PNP y la construcción de penales fuera de
Lima y en las principales zonas urbanas del
país”. Ciertamente, las promesas del líder
nacionalista despertaron la ovación de la
mayoría de parlamentarios.
Tres años después, la realidad genera
maledicencias en la oposición y hasta en
el oficialismo, pero sobre todo en la gente:
Decisión de
Emergencia. Como
ministro del Interior,
Hernani emplazó
a la PNP a capturar
a los principales
criminales del país
en un lapso de
48 horas. Al
poco tiempo fue
separado del cargo.
un estudio de octubre del 2013 del Grupo
de Investigación de Mercados y Opinión
Pública (GFK) arrojó que el 77% de los
encuestados consideraba a la inseguridad
ciudadana como uno de los principales
problemas del país, seguido por la corrupción con 44%.
Remigio Hernani, policía con 35 años
de servicio y ex ministro del Interior en el
segundo gobierno del Apra, sostiene que
“la inacción del gobierno ha generado que la
violencia criminal crezca de manera desmedida” y que “el rol del Estado ha sido pasivo
y sin ningún plan estratégico que permita
cortar las raíces del fenómeno delincuencial,
relegando a la PNP”.
Hernani considera que el gobierno debe
cumplir con la eliminación del sistema 1x1,
modalidad laboral impulsada por el fujimorismo (1990-2000) y en la que los efectivos
policiales tienen 24 horas de descanso por
un día de trabajo, lo que les permite prestar servicios de seguridad privada para atenuar sus bajos sueldos, pero alejándolos de
la lucha continua contra el crimen. Así las
cosas, según cifras del Ministerio del Interior, de los casi 90 mil policías que hay en el
país, 35 mil dedican su trabajo de manera
exclusiva a la PNP, mientras que 51 mil lo
hacen de manera compartida: para su institución y para empresas privadas.
Es decir, más del 50% de efectivos policiales interrumpe por 24 horas sus pesquisas, afectando o paralizando el trabajo de las
1.397 comisarías de Lima y de provincias,
puntos que deberían ser medulares en la
lucha contra el crimen.
Y todavía queda más: “Además de expulsar a los corruptos, la PNP necesita con
urgencia un mínimo de ocho mil detectives
para investigar con minuciosidad las denuncias que se hacen en las entidades policiales
del país”. Para Hernani, la lucha contra el
delito debería ser similar a la que realiza un
médico que intenta curar un cáncer: empezar desde las células. Para él, las comisarías
y los barrios deben ser la prioridad.
Pero eso no ocurre, señala Hernani:
“En el Perú, un 15% de los actos delictivos afecta a personas con poder político y
económico, siendo casos mediáticos que
la Dirección de Investigación Criminal
(DIRINCRI) resuelve con eficiencia en 10
o en 15 días. Sin embargo, existe un 85%
de robos o asaltos contra ‘ciudadanos de a
pie’ que nadie aclara, lo que genera miedo
y frustración social”.
En ese sentido, la insensibilidad delincuencial genera una sensación de miedo que
trastoca los hogares y que afecta las relaciones sociales. No sorprende que el PNUD
concluya que el Perú posee la “percepción