andar por ahí | martin patricio barrios ago. 2012 | Page 12

Hacía sueño, hacía dolor de cuello y andaba resoplador y pataleador porque ¿qué necesidad hay de andar fastidioso porque vos estás por ahí? Y yo con pedacitos de sueño en los bolsillos, por ejemplo. Resoplando y pataleador, esperando que entres y te vayas caminando con los brazos un poco para atrás como una actriz de Bollywood actuando de reina mogol o de semidiosa tamil, en la escena del desenlace, un segundo antes de que estallen por el aire bailarines y odaliscas, caminando dos o tres centímetros más arriba del suelo y el mentón alto y media sonrisa, más de marihuanas que de giocondas, caminando como si las cámaras de todo Mumbay te siguieran por los pasillos, actuándole a quién sabe qué espectadores. Y yo pataleando y con dolor de cuello, molesto, piafando, berreando, mirando de reojo al teléfono que pudiera traerme tu descomunal silencio (esos espacios tremendos en que las cosas se definen sin códigos porque no hay taxonomía que categorice los silencios y entonces, es el alma o el olfato el que entiende y uno huele y el alma almea o el corazón corazona y las pituitarias o quién sabe, dan la señal confusa de que todo está en orden: la guerra ha sido declarada) espero que rompas el aire y empujes las normas de la historia adonde dice el instinto o la tradición de los que desafían al poder y desafiás el poder y yo trueno, me deshago, me pierdo, me dejo ganar y me río con los pelos dados vuelta y el alma sudada, me pierdo en tus ojos tremendos como océanos de noche y no juego a que juego: estoy jugando. Me pierdo en tus ojos profundos como fosas de ese mar de la China que me mojaba los piés un día que yo cantaba y tal vez era feliz. Me pierdo en esos ojos que no sé de qué color son. Hará falta un milagro que me ayude con eso. (¿O meterle un cascotazo a Cupido? ¿o sobornarlo?) Achico los ojos para que el tiempo no pase, esperar es un trabajo que consiste en no hacer nada mientras no cambie lo otro. Esperar es también andar pelándome los codos contra las paredes de algún sueño o seguir a esos dioses que me llevaron a tirarle tizas a la maestra y piedras a la policía, que me llevaron a los bordes de los mapas, de la razón o del amor, a los bordes donde te podes asomar a ver si es verdad que el mundo está sostenido por tortugas y elefantes. Y vos estarás por ahí. Hará falta un milagro que me ayude con esto. Crecé, Peter, me dice R, me lo dice con cierta piedad, como si hablara con un condenado o con un imbécil. Don R cree que mi problema es no poder salirme del chiste y no creo que crea en el psicoanálisis. J dice que hago las cosas nada más que para que mi historiador tome nota. JL cree que yo no pienso, que nada más miro. Corré pelotudo que si te quedas quieto nos matan a todos, me gritó Emilio y yo corrí como los locos, corrí y tuve suerte, corrí desesperado y Emilio se ve que corrió y saltó hasta las estrellas que él pintaba y ahora andará por los techos del mundo, escribiendo venceremos abajo de todas las estrellas del universo mientras yo, acá abajo, corro para que no nos maten a todos y te escribo, como diciendo eso que dijimos siempre: si se va a notar el truco, más vale lo digo. Pataleador y perdido entre ojos que me crecen como cronopios que no me dejan ver nada más que dos ojos de una damita un poco furia y un poco ternura. Tengo vocación de manos en los bolsillos y de mirar por la ventana, así que miro para afuera porque ahí afuera está el mundo y seguro que algo está por pasar y me gustaría verlo. Seguro que vos estás en ese ahí afuera y me gustaría verte. Con la misma secreta esperanza con que cada vez que naufrago tiro una botella al mar con un mensajito mal escrito con lápiz en un papel mojado, te invitaría a la montaña rusa o a tomar un helado en F, o a ver a las ballenas o a todo. (vaut mieux une fin effroyable qu´un effroi sans fin…) No importaba ser anónimo, era la opción del menú. Soy Martin en todos lados, todo lo Martin que puedo.