EL BANCO DE ELENA
Después de un buen rato recorriendo las calles de la ciudad , llegué a la bahía ( he comentado alguna vez que es mi lugar preferido de la ciudad ). Todos los bancos estaban ocupados por grupos de personas . Me puse a andar por el paseo hasta que localicé uno con una persona , la cual se comenzaba a levantar con intención de seguir su paseo . Viendo esto , la oportunidad la pintaban calva . Al banco me dirigí y en él me senté .
No habrían pasado ni cinco minutos cuando se me acercó una señora vestida de sport con un pantalón blanco y una chaqueta de punto azul , la cual , después de darme los buenos días , me pidió permiso para sentarse ; todo ello con una educación exquisita . Después de mi beneplácito a su petición , se sentó y comenzamos a conversar . Las palabras fluían una tras otra por parte de los dos ; parecía como que toda la vida hubiéramos coincidido cuando apenas acabábamos de conocernos . Elena se llamaba .
Fue toda la vida enfermera . Se había dedicado desde los veinticuatro años a cuidar a las personas que , por un motivo u otro , ingresaban en la planta donde ella trabajaba en el hospital . Y , paradojas de la vida , ahora no tiene a nadie que cuide de ella . Vivía sola y me contaba que la soledad a sus años era muy dura ; por ejemplo , llegar a casa y no haber nadie que la espere , no poder compartir sus inquietudes , ilusiones o sus miedos . El café de la tarde con sus amigas era el antídoto para mitigar la soledad .
© F . Diéguez
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