ISSN 0124-0854
N º 194 Diciembre de 2012 luminosa . — Acuérdate de que te quiero mucho — dijo , sacudiendo la cabeza por última vez . Y la puerta se cerró sin ruido detrás de él .
El chico no habló durante un buen rato . Se alisó el pelo sobre la frente , y pasó su dedito mugriento por el borde de la taza vacía . Después , sin mirar a Leo , preguntó :
—¿ Estaba borracho ? — No — dijo Leo brevemente .
Así , el chico se bajó la orejera derecha del casco y , volviéndose para marcharse , hizo el único comentario que le parecía seguro , la única observación que no podía ser reída ni despreciada :
— Desde luego que ha hecho la mar de viajes .
***
El chico levantó aún más su voz clara : — Entonces , ¿ estaba drogado ? — No .
El chico miró a Leo , con su carita fea desesperada y su voz chillona y urgente :
—¿ Está loco , pues ? ¿ Crees que está chiflado ? — La voz del chico de los periódicos bajó de pronto con una duda : —¿ Eh , Leo ? ¿ Está chalado o no ?
Cuento tomado de Carson McCullers , La balada del café triste , Barcelona , Seix Barral , 2001 , pp . 155- 166 . Carson McCullers nació en Georgia en 1917 y murió en Nueva York en 1967 . Sus obras más sobresalientes son : El corazón es un cazador solitario , Reflejos en un ojo dorado , Frankie y la boda , La balada del café triste y Reloj sin manecillas . Su autobiografía se titula Iluminación y fulgor nocturno .
Pero Leo no le contestó . Hacía catorce años que tenía su café nocturno y se consideraba experto en locuras . Estaban los tipos de la ciudad y también los forasteros que llegaban como si vinieran del fondo de la noche . Conocía las manías de todos . Pero no quiso satisfacer la curiosidad del niño . Contrajo su cara pálida y siguió callado .