ISBN 0124-0854
N º 182 noviembre de 2011 un apasionado de las aguas termales ; no porque de un momento a otro hubiera caído en la cuenta de que sus esencias y vapores eran benéficas para la salud de un zapatero , no . Sino porque desde antes de la sangrienta llegada de nuestros malos abuelos españoles , Choachí había contado con aquellas pozas naturales en las que los niños muiscas de todos los tiempos disfrutaban de las nostalgias y las saudades del mar ignoto .
Hace ya muchos años , el virtuoso violinista Yehudi Menuhin llegó a Bogotá con el objeto de interpretar , en el marco de la Sinfónica de Colombia , el Concierto para violín y orquesta de Ludwig van Beethoven ... ante la llamada inmensa minoría que compone el reducido público del Teatro Colón . Y el maestro Menuhin , aficionado a las prácticas de salud , fue informado de que a pocos kilómetros de Bogotá , en la población de Choachí , podría tomar un baño de reconfortantes aguas termales , antes del concierto de esa noche . El mundialmente reconocido virtuoso partió , pues , temprano en la mañana , hacia la agradable y misteriosa población . Pero ya en Choachí ( apenas al bajar la falda opuesta a la cara bogotana de Monserrate ), fue informado de que don Posidio Rueda , zapatero del pueblo ,
tocaba el violín . Y de algo más , dos puntos : que por muchos años , el hombre de leznas había sostenido que el violín que mantenía colgado de un clavo en la pared de su vetusta zapatería , junto a las hormas y los cueros , era un Stradivarius .
Conmovido , Menuhin pidió ser llevado a la zapatería una vez finalizara su baño termal . Y , en efecto , después de las toallas del secamiento y de la fresca vestida de la media tarde , fue conducido al lugar . Saludó a don Posidio con esa calma adquirida en los diálogos de violín y cítara hindú con Ravi Shankar y en los intercambios de razones y congojas con siete gurús de cinco ashrams ; y ante la premura , pidió a don Posidio que le enseñara el Stradivarius . El ojo certero del maestro examinó el instrumento con pericia de relojero suizo , tactó sus maderas , ya en el tránsito hacia la pátina de un caoba desteñido , y , sosteniéndolo con la mano izquierda , acomodó la caja de resonancia entre el hombro y la barbilla .
Al gran Menuhin , maestro de maestros en el arte de tocar Stradivarius varios , le bastó con fabricar sólo una nota para saber que aquel violín no lo era , y que don Posidio mentía ... y Choachí entero también . Entregó el instrumento al ilustre zapatero don Posidio , quien lo