Agenda Cultural UdeA - Año 2010 SEPTIEMBRE | Page 7

ISBN 0124-0854
N º 169 Septiembre de 2010 negativos los que marchan del otro lado, hacia la izquierda. En síntesis, hoy ya somos ampliamente conscientes de que proceder hacia adelante o hacia atrás son como las dos caras no eliminables de un Jano bifronte, que siempre renace de las cenizas.
Pero entonces, regresando al tema que aquí nos reúne, ¿ es posible afirmar que esta inextinguible tendencia rotatoria a derecha e izquierda, o la presencia de los números negativos sobre el tablero de la historia nos lleva inevitablemente hacia la belleza, obligándonos a darle una relevancia adecuada? Me temo que no, en cuanto que también cada uno de nosotros, cuando debe reconocer la existencia de esta tensión de signo inverso, de esta marcha hacia la recuperación de imágenes, de estilemas, de soluciones de orígenes depositadas en la historia, y por tanto en los museos, sabe bien, por otra parte, que siempre debe hacer saltar un índice diferenciante. Para este propósito me he valido de la fórmula binaria Différence et répétition propuesta por el filósofo francés Gilles Deleuze, en la que, en efecto, la répétition podría dar lugar a una nueva manifestación sobre la escena de alguna idea de lo bello, si se repite lo que ya ha aparecido, con la obligación conexa de ser fieles a aquella manifestación originaria. Pero el otro término establece de inmediato el deber relacionado de diferenciar esta recurrencia al pasado, de no desarrollarla en los términos del“ tal cual”. Y precisamente, De Chirico ha sido gran maestro en la habilidad de insinuar estos factores de divergencia;
sus arquitecturas renacentistas son torcidas y presentan angulaciones acentuadas e improbables; sus estatuas, aunque majestuosas y solemnes, se apoyan sobre zócalos bajos o, incluso, están puestas al nivel de la tierra; las sombras se alargan contra toda verosimilitud. Además, junto a estos simulacros, armados por una especie de hiperuranio platónico, en el cual encontrarían lugar las esencias puras e intactas, aparecen objetos de hoy, viles y degradados, casi en un espacio de basura, como bananos, alcachofas, gafas de sol, guantes para trabajos domésticos y bolsas de agua caliente. Después, cuando en los períodos en otra época condenados se entregó a rehacer ciertos temas de extremo mal gusto, como naturalezas muertas, caballeros de carrusel o de feria y personajes envueltos en paños áulicos, lo hizo cargando las tintas de manera voluntariamente desfachatada, caricaturesca. Finalmente, en su último período de los años cincuenta en adelante regresó a sus pinturas metafísicas, pero rehaciéndolas en una gama ligera, remilgada, de amarillos crema, rosados fresa, verde pistacho, los colores de los cartoons, sobre todo cuando se entregan a través de los pixeles del tubo catódico de la televisión, que, después de todo, es aquella vía ligera, conceptual, mental, a través de la cual Paolini, en relación de estafeta con el maestro ítalo-griego, vuelve también a visitar los temas del pasado y del museo. Por lo demás, operaciones izquierdosas como éstas, de movimientos rotatorios de derecha a izquierda, como las desarrolladas por