ISBN 0124-0854
N º 171 Noviembre de 2010
El bello libro de todas las formas
L
as controversias y debates en torno al binomio libro tradicional versus libro electrónico han colmado ya casi todas las expectativas y aquí , puede decirse sin temor a equivocaciones , no puede hablarse de vencedores ni vencidos , que es como se lo toman muchos de quienes entablan desde distintos escenarios la famosa ( y trillada ) discusión . Hay sobradas razones para atrincherarse en el libro de papel , cubiertas , diseño y belleza objetual , y las hay para elogiar y sacar provecho de las tecnologías que ahorran tiempo , espacio , peso y dolores de cabeza ante la impotencia de no tener a mano herramientas bibliográficas esenciales a la hora de escribir artículos o ensayos o estudios disciplinares , como enciclopedias , mapas , biografías , etc .
Y tampoco es de creerse que con los nuevos tiempos y los nuevos soportes de la información la lectura haya sido la gran damnificada . Como en toda guerra , también aquí la primera víctima ha sido la verdad . En el mundo ha disminuido , sí , la venta de libros de papel , pero ha aumentado considerablemente la de formatos electrónicos que contienen miles y miles de lecturas posibles . Nadie los compra para no usarlos , así como se supone que los volúmenes que salen de las librerías no van solo a ostentar en cuartos de bibliotecas o a cuñar muebles cojos . Kafka es hermoso y necesario hasta escrito en la arena y las teorías de astrofísica , por ejemplo , hoy son mucho más digeribles y posibles de consultar y de admirar mediante extraordinarias ilustraciones en la pantalla , en contravía de las inaccesibles ediciones especializadas .
En particular , la nuestra es una sociedad a la que aún le falta mucho para decir que ha vivido el disfrute de los libros y los beneficios de la lectura placentera . Para nadie es un secreto que esa es una asignatura pendiente a lo largo y ancho de nuestra geografía , por lo cual , más allá de exhibir y defender sesudos argumentos en pro de una u otra modalidad a la hora de elegir el soporte de dicha lectura , tanto al Estado como a las muchas instituciones educativas y culturales les cabe la postergada obligación ( no solo en los grandes centros urbanos sino también en las desprotegidas provincias ) de dotar ampliamente las bibliotecas existentes , de crear muchas otras generosas y cómodas , y de darles , a su vez , la opción de muchos libros , reales y virtuales . Las buenas y confortables bibliotecas son , ellas mismas , la mejor campaña en pro del noble gesto de la lectura . Un gesto que nos hace singulares , apartados de los moldes repetidos y canjeables .