ISBN 0124-0854
N º 135 agosto de 2007
En defensa de la dignidad humana
Luis Fernando Vélez Vélez
Entonces Dios dijo:‘ Que haya luz’ y hubo luz.
Génesis 1:3 Caragabí se fue a recorrer la tierra y a hacer las cosas con sólo mentarlas. De la Cosmogonía de los catíos de Dabeiba,
Antioquia
Es propio de las creencias religiosas y
cosmogónicas de las más diversas culturas reconocer el poder generador de la palabra. Del verbo. La palabra en labios de los dioses tiene la virtud de creación. La palabra que materializa el atributo espiritual de la idealización, del pensamiento, es la base y el puente de comunicación entre la enorme heterogeneidad de la especie humana. Y si en el universo de los dioses la palabra está llamada a crear, en el adolorido mundo de las creaturas, de los hombres de hoy, la palabra, la comunicación, está llamada a recrear el concepto de humanidad, de comunidad de hombres.
La palabra, ese trasunto espiritual que separa al hombre de las demás especies animales, si bien posee atributos más terribles que las armas que la especie ha ideado en medio de su afán suicida, también tiene virtudes regeneradoras que se evidencian y enaltecen cuando el verbo se sublima en intercambio de pensamientos y de ideas. Cuando no uno ya, sino dos o más seres humanos se comunican sus diferencias, sus desemejanzas, bien para tratar de vencerlas, bien para conciliar sobre ellas o bien para pactar la convivencia en medio de la consustancial disimilitud del hombre, que por no ser producto de la máquina, por no ser sólo materia, no puede repetirse ni seriarse, cuando esa comunicación nace, surge el diálogo como sublimación de la palabra.