ISBN 0124-0854
N º 121 Mayo de 2006 claro que habían decidido que tenían carta blanca para hacer lo que quisieran.
La invasión directa de un estado soberano nunca ha sido el método favorito de Estados Unidos. En la mayoría de los casos, han preferido lo que ellos han descrito como“ conflicto de baja intensidad”. Conflicto de baja intensidad significa que miles de personas mueren, pero más lentamente que si lanzas sobre ellos una bomba de una sola vez. Significa que infectas el corazón del país, que estableces un tumor maligno y observas el desarrollo de la gangrena. Cuando el pueblo ha sido sometido— o molido a palos, que viene a ser lo mismo— y tus propios amigos, los militares y las grandes corporaciones, se sientan confortablemente en el poder, te pones frente a la cámara y dices que la democracia ha prevalecido. Eso fue normal en la política exterior de los Estados Unidos durante los años de los que estoy hablando.
La tragedia de Nicaragua fue un ejemplo muy significativo. La escogí para exponerla aquí como un ejemplo claro de cómo ve Estados Unidos su papel en el mundo, tanto entonces como ahora. Yo estuve presente en una reunión en la embajada de los Estados Unidos en Londres a finales de los 80. El Congreso norteamericano estaba a punto de decidir si dar más dinero a los Contras para su campaña contra el estado de Nicaragua. Yo era un miembro de una delegación que venía a hablar en nombre de Nicaragua, pero la persona más
importante en esta delegación era el Padre John Metcalf. El líder del grupo de Estados Unidos Raymond Seitz( por aquel entonces el asistente del Embajador, más tarde sería embajador). El Padre Metcalf dijo:“ Señor, dirijo una parroquia en el norte de Nicaragua. Mis feligreses construyeron una escuela, un centro de salud, un centro cultural. Vivíamos en paz. Hace unos pocos meses un grupo de los Contras atacó la parroquia. Lo destruyeron todo: la escuela, el centro de salud, el centro cultural. Violaron a las enfermeras y a las maestras y asesinaron a los médicos, de la forma más brutal. Se comportaron como salvajes. Por favor, exija que el gobierno de Estados Unidos retire su apoyo a esta repugnante actividad terrorista”. Raymond Seitz tenía muy buena reputación como hombre racional, responsable y altamente sofisticado. Era muy respetado en los círculos diplomáticos. Escuchó, hizo una pausa, y entonces habló con gravedad.“ Padre”, dijo,“ déjame decirte algo. En la guerra, la gente inocente siempre sufre”. Hubo un frío silencio. Lo miramos. Él no parpadeó.
La gente inocente, en realidad, siempre sufre. Finalmente alguien dijo:“ Pero en este caso, „ la gente inocente ‟ fue víctima de una espantosa atrocidad subvencionada por su gobierno, una entre muchas. Si el Congreso concede a los Contras más dinero, tendrán lugar más atrocidades de esta clase. ¿ No es así? ¿ No es por tanto su gobierno culpable de