ISBN 0124-0854
N º 123 Julio de 2006
Su trato mutuo : esto es toda la pintura . Quien se entromete , quien ordena , o hace intervenir de una u otra manera su superioridad humana , su ingenio , su destreza abogacil , su agilidad mental , perturba y confunde su acción . El pintor no debería llegar a percatarse de sus intuiciones ( como el artista en general ); es preciso que sus progresos , para él mismo enigmáticos , se trasieguen , sin el rodeo de la reflexión , tan rápidamente a su obra que en el momento en que aparezcan no pueda reconocerlos . Quien en aquel instante los espíe , los observe , los detenga , los verá metamorfosearse como el oro de los cuentos de hadas , que por culpa de un mínimo detalle no puede seguir siendo oro . Que las cartas de Van Gogh puedan leerse tan bien , que haya tanto en ellas , es cosa que en el fondo habla en contra de él , como también habla contra el pintor ( comparado con Cézanne ) el que quisiera esto y aquello , el que supiera , el que llegara a saber ; que el azul reclamaba el naranja , y el verde el rojo : que , curioso , hubiera escuchado clandestinamente el interior de su ojo y lo hubiera oído . Así pintaba cuadros basados en un solo contraste , a la vez que pensaba en la simplificación japonesa del color , que extiende una capa sobre el tono más próximo , más alto o más bajo , y las suma para obtener un valor total ; lo que a su vez le lleva al contorno repasado y explícito ( esto es , inventado ) de los japoneses como reborde de superficies equivalentes , y por consiguiente , a lo intencional , a lo arbitrario ,
en una palabra : a lo decorativo . Un pintor que escribía , un pintor por tanto que no era tal , trató también con sus cartas de inducir a Cézanne a explicarse , planteándole cuestiones de pintura ; pero si se leen las pocas cartas del anciano , se comprueba que quedó en un torpe intento de explicación que le repugnaba infinitamente a él mismo . No podía decir casi nada . Las frases con que lo intenta se estiran , se embrollan , se erizan , se anudan , y al final lo deja estar , furioso , fuera de sí . En cambio , logra escribir con una gran claridad : “ Creo que lo mejor es el trabajo ”. O bien : “ Todos los días hago progresos , aunque lentamente ”. O bien : “ Tengo casi setenta años ”. O bien : “ Le contestaré con cuadros ”. O : “ L ’ humble et colossal Pizarro ” ( el que le enseñó a trabajar ). O por último , tras haber batallado un poco ( se adivina cómo la ha escrito libremente , como aliviado ), la firma completa : Pictor Paul Cézanne . Y en la última carta ( del 21 de septiembre de 1905 ), después de lamentarse de su mala salud , dice sencillamente : “ Je continue donc mes études ”. Y el deseo que se cumplió literalmente : “ Je me suis juré de mourir en peignant ”. Como en una antigua representación de la danza de la muerte , la Muerte le ha cogido por detrás la mano , dando ella misma el último toque , estremecida de placer ; su sombra se proyectaba ya desde hacía algún tiempo sobre la paleta , y había tenido tiempo de escoger en la ronda abierta de colores el que más le gustaba ; cuando a aquél lo tocara el